Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Fotos: Alexis Rodríguez
Este 9 de mayo se celebra el Día de Europa, y en esta ocasión quedarán inauguradas las Salas Permanentes del Centro para Interpretación de las Relaciones Culturales entre Cuba y Europa, en el prestigioso Palacio del Segundo Cabo, cuya restauración ha sido una obra notable realizadas con fondo de la Unión Europea y con la intervención directa de la UNESCO para realizar una bella muestra que permita, usando los medios más modernos de la tecnología, acercarnos a los fenómenos culturales, a la historia, a la literatura, al arte, pero sobre todo al legado comúnmente compartido.
Lograr este proyecto con el apoyo del Ministerio de las Relaciones Exteriores de Cuba y del Ministerio para la Cooperación e Inversión Extranjera fue realmente un empeño como tantos en los que ha intervenido la Oficina del Historiador a lo largo de tantos años. Una inversión que tiene tres dimensiones. La primera, la restauración del propio palacio, quizás del grupo de edificios que conforman la Plaza de Armas y de lo que podríamos llamar La Habana Barroca, es, a mi juicio, el más interesante y el más conservado. A pesar de haber sido residencia del General del Segundo Cabo, gran autoridad en la jerarquía militar en la España insular, a pesar de haber sido Intendencia general de Hacienda del Ejército, Casa de Correos, Senado de la República, sede del Tribunal Supremo, luego del Consejo Nacional de Cultura, y más tarde del Instituto Nacional del Libro, cuando se ha tocado el palacio en profundidad, ha respondido arqueológicamente. Ha conservado su excelente torre que recuerda los edificios de Cádiz y, desde luego, algo que para mí es importante.
Cuando fue la sede del Senado de la República el palacio sufrió una adecuación en su gran sala, y en dicha gran sala donde luego estaría el Tribunal Supremo, existía una cúpula decorada con pinturas alusivas a la ley, al orden, a la prosperidad, a la industria, a la cultura, y todo eso quedó desaparecido, cubierto en la restauración realizada en la década de los años 60 del pasado siglo.
Ahora, casi 50 años después, cuando hemos retirado esos falsos techos aparecieron – desprendidas y dañadas, pero ahí – las pinturas con solo la ausencia de dos. Se hizo la técnica del destrapo, separarla con un soporte de yeso, llevarlas al taller de restauración y luego restituirlas a la cúpula. Ahora cuando uno entra a la sala encuentra un salón espléndido y, además, en la planta baja hay una sala interpretativa, en la cual se puede ver la construcción y reconstrucción del palacio por parte, como obra del gran Ingeniero Militar del Rey Antonio Fernández de Trebejo y Zaldívar, el autor del gran proyecto del Palacio de los Capitanes Generales entre otros edificios no menos bellos e importante.
Además de esta Sala Interpretativa existe un Cine, un lugar para poder ver películas en alta resolución, 3D, es tecnológicamente lo más avanzado hoy, y va a tener como objetivo, no la recreación por ella misma, sino temas de arqueología, medio ambiente, historia, música, literatura, arte, todo lo que Europa aportó y América a su vez – Cuba particularmente –, recibió, recreó y proyectó al mundo.
Hay al mismo tiempo una Sala de la Música, en la cual yo personalmente nunca me enfrenté a un despliegue de esa magnitud. Las personas que a ella acudan individualmente, al acercarse a los paneles podrán escuchar la música que se selecciona, y las podrán escuchar ellos solamente a partir de un proceso de iluminación sensible con sensores que están establecidos con la aproximación al panel. Y como toda selección es difícil, allí aparecen los retratos de los grandes músicos cubanos y universales que tanto influyeron en Cuba.
Asimismo, hay una Sala de la Arquitectura donde están todos los periodos de la arquitectura – desde el periodo renacentista y neogótico que ingresa en la Isla española –; se proyecta tenuemente sobre Cuba, para luego arribar en forma de una arquitectura espléndida, hasta las escuelas de arte de Cubanacán y las obras del periodo revolucionario. Esa Sala está dotada también de un despliegue de tecnología impresionante, y en el piso de mármol está grabado el plano de La Habana sobre el cual se va caminando y ubicando los visitantes en este recorrido.
Encontramos, también, una sala infantil dotada con todas las computadoras para niños, una gran sala de computación para jóvenes investigadores y un Túnel del Tiempo, a través del cual se puede recorrer lo que estaba sucediendo en Cuba y en Europa al mismo tiempo – antes, durante y después de la conquista y la presencia europea en las tierras americanas –.
Por último, una esplendida Sala de Cartografía donde aparecen todos los grandes cartógrafos, incluyendo el precioso libro rescatado por la Biblioteca Nacional de Cuba – como la sesión generosa de una prestigiosa institución norteamericana – , que lo adquirió después de haber sido robado de nuestra Isla. ¿Cuál es la joya que aparece en la Sala Cartográfica? Pues nada más y nada menos que el libro realizado con muy pocos ejemplares, que pueden contar con dos dedos de dos manos, del gran Planisferio de Tolomeo el griego, regalo del Papa Benedicto XVI al Presidente General de Ejercito Raúl Castro, quien lo ha donado expresamente para que se exponga especialmente en esta Sala.
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