Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Taté Cabré / Tomado de La Vanguardia, Cataluña
La reconstrucción de La Habana Vieja ha sido uno de los pocos milagros que ha conocido Cuba en los últimos años. Su artífice, Eusebio Leal, dirige la Oficina del Historiador, una institución que administra un sistema empresarial que ha creado un espacio de convivencia de alto contenido patrimonial y turístico
Doctor Leal, ¿cómo surgió el proyecto de reconstruir La Habana?
La iniciativa de salvaguardar el valor monumental de La Habana Vieja nació con la creación de la Oficina del Historiador en el año 1938, fundada por Emilio Roig de Leuchshering. Por su trabajo de vanguardia la institución fue reconocida por el Estado cubano después de los trascendentales cambios acontecidos en 1959. En 1981, se inició la rehabilitación del Centro Histórico de La Habana, que fue declarado monumento nacional en 1978. El valioso patrimonio y la labor realizada determinó que en 1982 el Centro Histórico y su sistema de fortificaciones fueran declarados por la Unesco, patrimonio cultural de la humanidad. La responsabilidad que esto conlleva hizo que la Oficina del Historiador se viera ante la necesidad de generar sus propios recursos. Así el Consejo de Estado, declaró en 1993 el centro histórico “zona priorizada para la conservación”, y en 1995 el Consejo de Ministros declaró el centro histórico “zona de alta significación para el turismo”.
¿Qué resultados ha tenido la nueva gestión?
La Oficina del Historiador se autofinancia y tiene su propio sistema empresarial, que cuenta con una compañía para explotar el turismo, una inmobiliaria para la renta de locales y otros servicios, una agencia de viajes, y empresas especializadas. Desde el año 1994 hasta este momento el volumen de ingresos por los conceptos de la explotación de los servicios turísticos, inmobiliarios, y culturales, entre otros, ha experimentado un incremento anual acelerado. Así se han generado ganancias de alrededor de 150 millones de dólares, que se han reinvertido.
Además de la financiación propia de la Oficina del Historiador, se ha accedido a créditos ofrecidos por el sistema bancario cubano. También se registró un sensible aumento en la cooperación internacional en la última década, y contamos con el aval de la Unesco que nos distingue y siempre agradeceremos sus aportes en materia de formación profesional y preparación de especialistas. También cabe destacar el papel del sistema de Naciones Unidas, y especialmente el PNUD.
¿Cuáles son los elementos más representativos del legado cultural de La Habana y, dentro de ellos, cuál es la herencia catalana?
En siglos pasados el principal lugar de asentamiento de los emigrantes llegados del norte español fue esta ciudad. Ellos arribaban tan escasos de bienes materiales, como ricos en ilusiones y energías. Aquí fundaron familias e inculcaron a sus hijos el amor a la patria que los acogió. Hoy forman parte de nuestro patrimonio los majestuosos edificios construidos, a principios del siglo XX, por los inmigrantes españoles para sedes de sus sociedades, entre los que se destacan por su valor arquitectónico y belleza los palacios del Centro Gallego, el Centro Asturiano y el Centro de Dependientes, construido por la emigración catalana.
Los hábitos, juegos, lenguas y fechas trascendentales no se olvidan en esas instituciones, donde el vínculo con los gobiernos regionales y las alcaldías constituyen vías de ayuda y colaboración.
Especial interés despierta la más antigua asociación regional creada por los emigrantes en Latinoamérica: la Sociedad de Beneficencia Naturales de Catalunya de la década del 40 del siglo XIX y que aún hoy está viva. Dos catalanes aportaron a nuestra ciudad los teatros Payret y Tacón, hoy Gran Teatro de La Habana García Lorca, muestras tangibles del legado cultural catalán a nuestra ciudad.
La influencia catalana desborda la frontera de intramuros y se extiende a las barriadas populares y burguesas de las primeras décadas del siglo XX, donde la impronta del modernismo quedó estampada en la arquitectura a manos de profesionales y maestros de obra catalanes.
Hay en la cultura cubana una diversidad cultural muy amplia con componentes africano, asiático y árabe. Los negros africanos que llegaron como esclavos en el siglo XVII también se integraron en nuestra nacionalidad.
¿La riqueza cubana se origina en el mestizaje?
Nuestro mestizaje no viene sólo de la sangre, sino que viene de la cultura, porque la sangre llama, pero la cultura determina, aquí hay quien no tiene una sola gota de sangre negra y sin embargo en su cultura, en su comportamiento hay un sentido del ritmo, de la musicalidad, un sentido de las relaciones humanas, que evoca este otro elemento fundamental. Actualmente existen instituciones como la Sociedad Yoruba de Cuba donde se practican sus credos y culturas.
Igualmente es popular el barrio chino, sus centros culturales y sociedades, que dan atención a los inmigrantes ancianos y a los más necesitados, a la vez que muestran la riqueza de una cultura milenaria; los inmigrantes árabes y sus descendientes tienen espacio en la Unión Árabe de Cuba; en el área sur del Centro Histórico se estableció la congregación judía, en la calle Acosta, en el barrio de Belén, persiste la sinagoga Adath Israel, mientras que en otra área de la capital cubana, el Vedado, radica el Patronato de la Comunidad Hebrea de Cuba. El próximo año se iniciará con la inauguración de la Iglesia ortodoxa en las inmediaciones del puerto y la antigua aduana.
La riqueza cultural de países como Venezuela, México, Argentina, Ecuador e Italia, tan vinculados a la obra revitalizadora de La Habana Vieja, es transmitida en las casas Simón Bolívar, Benito Juárez, la Casa Oswaldo Guayasamín y la Sociedad Dante Alighieri y en la futura Casa del Brasil. Como se puede comprobar, el centro histórico es un espacio de concordia y confluencia de culturas, ritos y creencias. Esta concordia le asegura un elemento de estabilidad para el futuro.
El peso que damos a nuestro país es el del humanismo con que se ha forjado y se desarrolla esta obra. Humanismo inseparable y consustancial a otro proyecto mayor, que ha hecho posible el nuestro: la revolución. Sin ese trascendental acontecimiento hubiera sido imposible idear un proceso de rehabilitación integral para el centro histórico.
El énfasis en lo social es absolutamente indispensable, fundamentalmente en los países del llamado Tercer Mundo. En Latinoamérica, asistimos con dolor a la pérdida de grandes valores patrimoniales sustituidos por la feria de modernidad que borra casi de un plumazo la memoria de los pueblos. Y la conservación de los centros históricos es generalmente el fruto de esfuerzos aislados, de personas o municipalidades conscientes, pero casi siempre son sitios a los cuales debió renunciar la población autóctona, en su mayoría pobre.Todo desarrollo que se aparte de la cultura generará decadencia.
¿Tiene planes para hacer lo que ha hecho en La Habana en otras ciudades del país?
Han sido creadas en otras ciudades tres oficinas, la del Conservador de Santiago de Cuba en el año 1996, la del Historiador de Camagüey y la del Conservador de Trinidad, en 1997, con el objetivo de liderar la revitalización integral de sus centros históricos, y preservar su valioso legado cultural.
De hecho el reconocimiento dado a la singularidad de nuestro proyecto por las Naciones Unidas, extensivo a la cooperación Sur-Sur, y los premios nacionales e internacionales que se nos han otorgado expresan la posibilidad de contextualizar la obra en otros escenarios.
¿Cómo ve el futuro de Cuba?
El tiempo dirá. Tengo la certeza de que esta nación, forjada en el sacrificio sin límites, alcanzará sus objetivos sobre la base de su identidad, su cultura y su libertad.
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