Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Magda Resik Aguirre
Su memoria no le traiciona en medio del dolor que una intensa sensibilidad expresa ante la pérdida del amigo querido. Eusebio Leal revive instantes de su sostenido diálogo en el tiempo con el Comandante Hugo Chávez para quien el Centro Histórico habanero era sitio obligado de concurrencia durante sus visitas a Cuba.
En Venezuela se conocieron Chávez y Leal cuando la visión del destino pródigo del nuevo Libertador, era sólo dada a unos pocos:
“En Cuba tuvimos noticias del levantamiento de aquel grupo de jóvenes oficiales que tratan de tomar el poder frente al estado de corrupción generalizado que existía en aquel momento en la política venezolana. Posteriormente, como sabemos, el comandante ingresa en la cárcel y en esas circunstancias las noticias que también se recibían en Cuba de lo que estaba ocurriendo con él y con sus compañeros, eran esporádicas.
Finalmente, me encontraba en Caracas ofreciendo una conferencia sobre José Martí en El Ateneo, y de pronto se creó un estado de expectación en el público y en la presidencia del acto, y cuando yo pregunté: “¿qué pasa?”, me dijeron: “es Chávez”. Él estaba escuchando la conferencia en el último asiento, atrás. Cuando el público salió, me levanté y fui hacia el fondo. Él se puso de pie, yo le di un abrazo, lo saludé y recuerdo que le di el nombre que había tenido su abuelo en la lucha insurgente: “Maisanta”.
Me respondió: “¿y cómo tú sabes eso?”. Le dije: “bueno, figúrese, sabemos algo de usted y conozco algo también de «Maisanta»”. Cuando le dije esto, él se mostró muy agradable y empezamos a sostener un diálogo.
A él le había interesado mucho el tema de José Martí; le interesaba antes, y según me dijo, le interesaba más ahora, y lo que quería era, a través de mí, hacer llegar, por una vía más, un mensaje a Cuba de su admiración por el Jefe de la Revolución, de su cariño por la Revolución cubana.
Correspondí a todo ello, diciéndole que algún día tendría la posibilidad de visitar Cuba.
Cuando regresé a La Habana, tuve la oportunidad de comentar y trasmitirle este sentimiento y esta imagen de Hugo Chávez al Comandante en Jefe, quien ya tenía noticias, claro está; pero ahora me pedía una especie de retrato en primera persona. Mi propia visión del hombre.
Le trasmití cómo era: delgado, alto, la fuerza que había en su mirada, la convicción con que hablaba, el cariño que demostraba hacia Cuba… y pasó el tiempo.
Un día el Comandante me pide que a nombre de la Casa Simón Bolívar le trasmita la invitación para impartir unas conferencias en Cuba.
Chávez llegó entonces a La Habana. Todavía conservo en mi oficina el periódico Granma del momento en que ellos se dan el abrazo en el aeropuerto y donde se da fiel noticia del motivo de su visita: ofrecer las conferencias en la Casa del Libertador.
Fue una oportunidad excepcional porque allí, en el patio de esa Casa, por vez primera – en presencia de Fidel, de una parte de la dirección del país, y de los demás invitados -, él explica su ideario político, lo que quería para Venezuela.
Esto después, en la Universidad de La Habana, se amplía. En aquella memorable ocasión, durante su conferencia magistral en el Aula Magna.
A partir de ese momento, ya en lo personal, siempre tuve con él una comunicación fluida; siempre existió una vía para esa comunicación: un amigo que llegaba, algún interés particular por la Casa Bolívar, por un libro, por enviar algo para la Casa, y después los hechos posteriores lo demostraron.
Cuando usted conoció a Chávez, a ese carácter ¿avizoró el protagonismo que alcanzaría en la política y la vida de Venezuela, Latinoamérica y el mundo?
Creo que el que lo vio todo con claridad, nitidez y visión, que alcanza el tiempo futuro, fue Fidel. En el aeropuerto – Chávez venía en clase turista, en un avión regular de una compañía internacional – el avión se desvió de su emplazamiento y fue a buscar un punto cerca de los salones de protocolo. Cuando abrió la puerta de la nave, Chávez se quedó asombrado de encontrarse al Comandante en Jefe. Inmediatamente después lo saludé; venía con un solo compañero, uno de los oficiales jóvenes que lo acompañaron en aquella célebre jornada.
Tuve la oportunidad excepcional de estar casi todo el tiempo que duró la entrevista con el Jefe de la Revolución. Esa es una parte de la historia.
O sea, Fidel desde entonces avizoró su grandeza…
Fidel cobró una simpatía infinita por él. Después recuerdo que cuando fuimos a Caracas, siendo Chávez presidente, para visitar el Colegio donde Martí había impartido clases, él recordó los antecedentes del por qué había venido a Cuba. En realidad, yo no lo invité, solo trasmití la invitación del Jefe de la Revolución.
Entre Fidel y Chávez se han hecho muchas asociaciones. Hay personas que describen una relación de padre e hijo; otras se refieren a dos estadistas que se admiraban en su profesión de fe. ¿Qué impresión podría darnos usted de esa unión Fidel-Chávez?
A lo largo de toda mi vida conocí a una gran parte de los hombres de la Revolución cubana, con raras excepciones. Por ejemplo, no pude ver personalmente ni al Che, ni a Camilo, cosa que me pesa profundamente. Pero a casi todo el liderazgo histórico de la Revolución he tenido la oportunidad de acompañarlo hasta hoy. A los héroes y heroínas del Moncada, he podido conocerlos.
También a todos los Jefes de Estado que nos visitaron, a quienes atendí en La Habana Vieja. Provenían de todos los países, desde el antiguo campo socialista, hasta los que rompiendo todo tipo de limitantes y amenazas, y vinieron a Cuba.
Entre Chávez y Fidel existió una relación absolutamente singular. Él fue, a mi juicio, el discípulo más fiel y el San Juan de esta historia. Creyó firmemente en la vocación de Fidel. Le profesó una admiración infinita, y Fidel descubrió en él a un diamante que alcanzaría las cotas más altas en el discurso político, revolucionario e internacionalista. Yo lo creo así. Y también pienso, y se podrá decir – y se ha repetido en varias ocasiones – que fue el discípulo más importante y ha sido el amigo de Cuba, a mi juicio, más desinteresado y más solidario.
Algún día se conocerá hasta qué punto esa amistad se hizo palpable, en qué medida esa solidaridad se manifestó en momentos muy difíciles para Cuba. Alguien que, además, tenía un acercamiento a todo lo que unía a Venezuela y a Cuba: a la Venezuela bolivariana, que quiere decir al espíritu del Libertador; una pluralidad de naciones unidas, de pueblos unidos en una nación espiritual y política: Nuestra América.
Eso estuvo en el pensamiento de Martí y del propio Libertador, y llegó a los venezolanos que participaron en la gesta independentista de Cuba y a los cubanos que participaron en la de Venezuela. Él se admiró en ocasión de sus visitas al ver la bandera de la legión colombiana (donde vinieron venezolanos y colombianos) para luchar por la independencia de Cuba – la gran Guerra Patria de 1868.
Él escuchó con emoción y ternura la epopeya de esos venezolanos; entre ellos, el General Barreto que permaneció fiel a Carlos Manuel de Céspedes; el General José María Aurrecoechea Irigoyen que llegó a ser uno de los jefes más importantes de la Revolución cubana, – venezolano de origen vasco por los dos linajes, como Bolívar, quien también lo era.
Chávez, sin dudas, consiguió mucho para Latinoamérica y para su propio país. Para Leal ¿cuáles han sido sus mayores aportaciones?
No porque haya muerto, su luz es menos alta, como diría Nicolás Guillén, al contrario, hoy es más alta.
Las cosas en la vida se presentan como encuentros astrales. En el momento mismo en que Chávez está preparado ya para su gran tarea, el Comandante sale fortuitamente de la escena por aquella circunstancia que todos conocemos. Fue un momento muy duro para Cuba. En ese intervalo, Chávez asume, internacionalmente, el liderazgo de un proyecto político que Fidel había apoyado resueltamente y que había sido su vocación absoluta: la unidad de los pueblos latinoamericanos, considerando que en las condiciones de Chávez había más posibilidad, porque el cerco sobre Venezuela todavía no estaba tendido. Y Venezuela era infinitamente más rica que Cuba, más autosuficiente, era un país con una historia que se remontaba a la independencia de 1810.
Cuba había vivido su historia aceleradamente, pero en un tiempo posterior. Todo eso fue valorado. Creo que Chávez entró en acción en el momento oportuno y que fueron determinantes ideas como la Alternativa Bolivariana para las Américas, por ejemplo, la batalla fiera contra el ALCA, que fue la terrible amenaza contra la unidad latinoamericana.
Hoy todo el mundo le reconoce, los líderes latinoamericanos se refieren a Chávez como el mentor de la unidad necesaria, un maestro en la lucha contra las apetencias imperiales, por la posibilidad del pan y la justicia para los tradicionalmente despojados y desposeídos; el hombre que alcanzó la gran experiencia y ha logrado lo que pocos en la vida: vencer a la muerte.
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