Alzamiento y honor por una Cuba libre

octubre 8, 2016

Por: María Karla Villar
Fotos: Alexis Rodríguez

 

ofrenda de fidel castro a cespedes sala de las banderas (Medium)

 

Era el 10 de octubre de 1868. Los planes de los conspiradores, entre ellos Francisco Vicente Aguilera, eran otros y habían trabajado en ellos durante mucho tiempo. Sin embargo, el alzamiento no podía demorar más. Ante el inminente peligro de la delatación y con este la pérdida del levantamiento por el bien de la nación, era necesario actuar aun sin las condiciones óptimas. Su carácter de hierro formado por la dureza del arriesgo permitió que Carlos Manuel de Céspedes incitara a dejar la esclavitud por las armas y conquistar la Isla que ya le había sido arrebatada a los cubanos.
El Historiador de la Ciudad, Doctor Eusebio Leal Spengler, relata los sucesos: “Al alba del 10 de octubre de 1868, a la vista del Golfo de Guacanayabo y perdidas en la mirada las montañas del Oriente, en el ingenio Demajagua, el abogado Carlos Manuel de Céspedes y López del Castillo reunió a aquella vanguardia selecta y aguerrida que juramentada previamente en la reunión celebrada en la Finca San Miguel del Rompe, más allá del Río Jobabo en tierras de Las Tunas, había acordado secundar al primero que se viera precisado a levantarse en armas (…) Coincidiría el 10 de octubre con la fiesta nacional del estado español y con el cumpleaños de la Reina Isabel II”.

 

acto 7 (Medium)

 

Es por eso que este 8 de octubre, en el sitio que por coincidencias históricas toma el nombre de Plaza de Armas en la capital, el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ulises Rosales del Toro, los también Generales Antonio Enrique Lussón Batlle y José Carrillo, y el Dr. Eusebio Leal Spengler presidieron el acto que cada año organiza la Oficina del Historiador de la Ciudad para homenajear al Padre de la Patria.
Los acordes de la musicalización del poema martiano “Cultivo una rosa blanca” dio inicio a la colocación de numerosas coronas – adornadas de tan simbólica flor – enviadas a nombre del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz; del General de Ejército y Presidente Raúl Castro Ruz, del Consejo de Estado y de Ministros, de la Oficina del Historiador, y de otras organizaciones e instituciones del país.

 

acto 1 (Medium)

 

Al rememorar cuán importante fue la decisión de Céspedes de lanzarse a la lucha, a pesar de las incomprensiones que sufrió de parte de algunos de sus contemporáneos, Leal recordó las palabras utilizadas por Martí: “Aquella época magnífica, llena de épicos arranques y necesarios extravíos renace con sus héroes, con sus hombres desnudos, con sus mujeres admirables, con sus astutos campesinos, con sus sendas secretas, con sus expedicionarios valerosos. Ya las armas están probadas, y lo inútil se desecha, y lo aprovechable, se utiliza. Ya no se empleará el tiempo en ensayar, se empleará en vencer”.
Y así fue. Los cubanos todos, seguidores del ejemplo del Padre de la Patria, por su compromiso, entrega, fidelidad y firmeza, celebran hoy las libertades y soberanía de las que goza Cuba, gracias a aquel primer levantamiento.

 

leal 2 (Medium)

 

“Era necesario el 10 de octubre del 68’ como lo fue el 24 de febrero del 95’ y el 1 de enero del 59’. La visión de la Revolución como una sola, como un devenir secular, nos da firmeza de sentido culto de que ella – la Revolución – no es un revolico, ni una algarabía, ni un estentóreo movimiento, sino algo más profundo y serio”, afirmó Leal.

 

leal 3 (Medium)

 

A Céspedes no solo se le recuerda por ser la principal figura de aquel turbulento 10 de octubre que dio inicio a toda una historia de sacrificios y entregas. Por alentar a la lucha, al insospechado ataque de Yara, al incendio de Bayamo, sino también por “su determinación de seguir adelante cuando en medio de la confusión momentánea se arremolinan junto a él y la bandera solo 12 hombres”.

 

en la sala de las banderas 1 (Medium)

 

El acto culminó con un recorrido que dirigiera el Historiador de la Ciudad por la Sala de las Banderas del Palacio de los Capitanes Generales, hoy Museo de la Ciudad. También se admiró a esa – su bandera – la que “por primera vez enarboló ese día, cosida por la joven lugareña Candelaria Acosta y que le acompañaría hasta la Asamblea Constituyente de Guáimaro; allí por acuerdo de todos pasaría a ser un tesoro de la nación y sería colocada por siempre, donde quiera que se reunieran y bajo cualquier circunstancia una asamblea cubana”.
Por eso siempre se hacen más elocuentes y alentadoras las palabras de Céspedes plasmadas en aquel Manifiesto del 10 de octubre, que guian a los cubanos a defender la Cuba que lograron independizar: “Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos nadie puede reprobarle que eche manos a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio. El ejemplo de las más grandes naciones autoriza ese último recurso. La Isla de Cuba no puede estar privada de un derecho que gozan otros pueblos y no puede consentir que se siga, que no sabe más que sufrir. A los demás pueblos intercivilizados, toca interponer su influencia para sacar de las garras de un bárbaro opresor a un pueblo inocente, ilustrado, sensible y generoso”.

Carlos Manuel de CéspedesCubaEusebio Leal SpenglerFidel Castro RuzOficina del Historiador de La HabanaRaúl Castro Ruz

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