Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Marjorie Peregrín
“Nunca dejó de ser ni cubano, ni sacerdote, ni tampoco un Céspedes”, expresó Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, al presentar “Obras. Apostillas. 1992-1997”, de Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal, y Encuentro internacional Presencia de Fray Bartolomé de Las Casas. Memorias, empeños editoriales debidos a la Orden de Predicadores del Convento San Juan de Letrán y Ediciones Boloña.
Una emotiva y hermosa semblanza hizo el destacado intelectual del sacerdote cubano, al dignificar su vida y obra entregadas a la Iglesia y a Cuba, ante diversas personalidades asistentes, entre ellas la historiadora Olga Portuondo, una de las dos figuras de la cultura a quien se dedicó esta XXIV Feria Internacional del Libro.
Para Monseñor Carlos Manuel, dijo Leal, “fue una verdad que no hay patria sin virtud, ni virtud en la impiedad, por tanto su obra tiene un valor muy trascendente”, consideró al evocarlo como un hombre de la cultura, de exquisita predilección por la música, el ballet, la literatura, y de una “sencillez pasmosa”, siendo descendiente de troncos familiares esenciales en la historia de la nación.
Y en ese sentido recordó su encuentro con Alba de Céspedes, antes de publicar El diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes, encuentro en el cual ella le contó que treinta y siete miembros de su familia dieron la vida por la independencia de Cuba.
“Es una enorme ausencia en la sociedad cubana”, y argumentó que su obra de servicio a Cuba no cabe en las obras publicadas, ni en las Apostillas, amplia selección de artículos de variados temas escritos entre 1992 y 1997. “A Carlos Manuel quizás le perjudicó para ser un gran pelado de la iglesia el nombre que llevaba, era demasiado cubano, demasiado comprometido, demasiado afirmativo de la voluntad de prevalecer de Cuba”, también enfatizó Leal.
El historiador añadió que quiso conservar el sombrero de guano de cinta negra con el que el párroco de la iglesia de San Agustín asistía cada año al acto de conmemoración del 10 de Octubre en la Plaza de Armas, y a los encuentros de la Academia Cubana de la Lengua, y por el que lo bautizó como padre mambí. Y ahora, cuando llega todas las mañanas a su oficina, mira en la caja de cristal el sombrero de quien fuera leal a su país y a sí mismo.
Agradeció a Fray Manuel Uña por el empeño de publicar las Apostillas, sección que mantuviera en la revista Palabra Nueva, y las intervenciones, conferencias y debates recogidas en el volumen del Encuentro que, en ocasión del aniversario 280 de la fundación de la Universidad de La Habana por los frailes dominicos, tuvo lugar en 2008.
Como sabio y prudente consideró Fray Manuel Uña a Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, quien supo orientarlo para poder realizar el sueño de abrir el Aula Fray Bartolomé de las Casas, lugar de reflexión, encuentro y diálogo. Consideró la publicación de las obras del sacerdote cubano como un acto de justicia y gratitud, de las cuales el cuarto tomo estará listo próximamente. En tanto, Fray Léster Zayas reconoció la labor pedagógica de Monseñor, quien impartía casi todas las asignaturas en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, y dejó una obra que se lee y parece que se le escucha como hermoso legado para Cuba.
Monseñor Carlos Manuel de Céspedes (La Habana 1936-2014) fue secretario de la Conferencia Episcopal, rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio, vicario de la Curia de la Arquidiócesis de La Habana y párroco. Miembro de la Academia Cubana de la Lengua, recibió la Orden Isabel La Católica de España, el Premio de la Latinidad y la Medalla Honorífica de la Biblioteca Nacional de Cuba. Publicó diversas obras y Ediciones Boloña presentó, en vida del autor, los títulos Con sangre y desde el ruedo, y Las sutiles convergencias, en 2013.
En esta Feria Internacional del Libro se presentó también Monseñor Carlos Manuel se confiesa, de Luis Báez y Pedro de la Hoz, publicado por la Editora Abril.
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