Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Redacción Habana Radio / Fotos: Alexis Rodríguez
La integración de los pueblos, y en especial de la región latinoamericana, ha sido un esfuerzo histórico y una de las fortalezas ante el enfrentamiento de las ansias hegemónicas imperiales.
Así lo demuestra la nueva edición del libro “Raúl Castro y Nuestra América. 86 discursos, intervenciones y declaraciones”, del compilador Abel Enrique González Santamaría, presentado por el Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, este 7 de febrero en la Sala Nicolás Guillén de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña.
Resultado de una investigación de más de mil 400 documentos públicos – entre ellos, entrevistas y discursos ofrecidos por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y General de Ejército Raúl Castro Ruz –, el volumen nos ofrece una selección de los que el autor ha considerado los mejores 86 textos relacionados con el tema de la integridad latinoamericana.
“Raúl Castro y Nuestra América…”, publicado bajo el sello de la Editorial Capitán San Luis, está estructurado cronológicamente por décadas y demuestra una realidad irrefutable: el más fidelista de todos los cubanos durante todos los tiempos es Raúl Castro Ruz.
Durante la presentación, Santamaría afirmó que uno de los objetivos del libro es contribuir modestamente a que se conozca cada vez más la obra del presidente cubano y su impronta en la historia de Cuba. Se recogen palabras que, como expresó, hay que leerlas e interpretarlas en el contexto en que fueron dichas, y portadoras de un pensamiento revolucionario, de una cubanía, de unas ideas martianas, con un mismo hilo conductor en el tiempo y que van madurando con los años. “Lo hice por pasión, por convicción revolucionaria y, sobre todo, por acercar la obra, a los más jóvenes, de un hombre que le ha hecho gala a su segundo nombre que es Raúl Modesto”, afirmó González Santamaría.
“¿Qué más podemos hacer? Siempre es la pregunta. Les pudiera decir: seguir siendo cada uno consecuente, invariablemente en el tiempo, como lo han sido ellos dos: invariablemente en el tiempo fieles y leales a la patria cubana. Si cumplimos con eso durante todos los tiempos por venir, habremos entonces cumplido a cabalidad la gran tarea, que nos dejó el Comandante en Jefe, de construir todos los días, de acercarnos todos los días al concepto de Revolución. Ahí están sus ideas, aquí está parte de su pensamiento, aquí está parte de su obra, y de su trayectoria revolucionaria; aquí está la síntesis del pensamiento revolucionario cubano desde Carlos Manuel de Céspedes”, aseveró Santamaría.
El Historiador de la Ciudad de La Habana comenzó reconociendo que el empeño del autor de este libro parte de una base sólida para entender por qué el maestro escogió un discípulo: “De una Patria como de una madre, nacen los hombres y cuando saben buscar su raíz en el tiempo, cuando saben apreciar el trabajo que crean y cuando saben comprender lo que esto significa, entienden después la Historia”.
Una verdad que todos conocemos, y así lo afirmó Leal, Raúl sentía una admiración devota por su hermano Fidel: “Sabía que su destino lo arrastraría como un cometa tras él. Fue, sin embargo, el primero que saliendo de Cuba pudo ver la realidad de lo que era entonces el Campo Socialista de Europa, y en vísperas prácticamente de los grandes acontecimientos que transformarán la historia de Cuba regresa para incorporarse al movimiento, en el cual ya estaba, y para incorporarse en la gran aventura. Simbólicamente, en el entierro de la Constitución lleva la bandera. Y esa imagen de un adolescente es realmente el retrato temprano de lo que iba a ser su destino: le tocaría llevar la bandera, mucho más allá del tiempo en el que el protagonista principal la llevaría con orgullo hasta el final de su vida”.
“Raúl es la memoria – sentenció Leal –, como lo fue Fidel. Como podrán leerlo en el libro, se formó en las ideas revolucionarias desde muy joven. Profundamente martiano, amó con pasión y ama la historia de Cuba y cree que la clave de la pervivencia de la Revolución está en el conocimiento, precisamente, de la historia de este país y de sus hombres. No es que le complazca estar trasladando, de un lugar a otro, los restos de los muertos. En realidad, va encendiendo candelas en el camino para que los que son ciegos o tienen vista corta, no olviden nunca a los que nos precedieron en el tiempo y por los cuales hay que sentir una enorme e inmensa gratitud”.
El Historiador recordó también la hermosa unión entre Raúl y su esposa Vilma Espín, su compañera inseparable, muy querida, su apoyo constante y consejera siempre. Y es que, como afirmó, ellos fueron “cultura e ideas”.
Para Leal, Raúl es de una sensibilidad totalmente desconocida: “Ha sido de día el Ministro; por la tarde, y siempre, el hombre del Partido, en la convicción de que el Partido es la Revolución. Cuando quieran destruir la Revolución, desbaraten el Partido. No una cosa hermética, no una pirámide que no admita la interpretación moderna y nueva de la doctrina y del pensamiento de Fidel. A tal punto que él ha convertido en tarea que se interprete y se lea el concepto de «Revolución»”.
Certeza absoluta la expresada por el Historiador: “El líder de la Revolución hoy se llama Raúl Castro Ruz, no porque se lo mandaron ni porque lo heredó – en este caso, el sentimiento de cuna de padre y madre es puramente accidental –. Esta convicción fue de la sangre y de las ideas, y está ahí por lo que hizo, por lo que ha hecho y por lo que hará”.
Al finalizar, un consejo para los jóvenes: “Sigan el ejemplo de Raúl, siempre creador, siempre capaz de hacer lo adecuado”.
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