Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Thays Roque Arce / Fotos: Alexis Rodríguez
Las obras de restauración del Capitolio Nacional y la devolución de sus funciones de gobierno son uno de los acontecimientos más importantes de la historia actual del país. El tremendo esfuerzo que ha supuesto para la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y para el gobierno cubano, regresar al edificio sus valores patrimoniales, históricos y culturales, como símbolo de la nación que ha sido siempre, es de conocimiento del público de la capital, pero lo es también para el de toda la Isla.
Sin embargo, el edificio inaugurado el 20 de mayo de 1929 guarda muchas historias que han pasado desapercibidas para el público, algunas de ellas sin completar durante la construcción, pero que son piezas imprescindibles en el gran rompecabezas que constituye el magno monumento.
Este 28 de septiembre el Historiador de la Ciudad, Doctor Eusebio Leal Spengler, compartió con jóvenes trabajadores de la institución que preside, algunas de las claves para interpretar al Capitolio Nacional y la importancia del trabajo que allí se realiza.
El Historiador narró a los muchachos presentes – en su mayoría guías de la Agencia de Viajes San Cristóbal –, conocimientos generales de La Habana, desde el ensanche de las Murallas hasta el posterior crecimiento de la ciudad: las obras públicas, terrenos, paseos y edificios que se fueron construyendo extramuros.
“A principios del siglo XX, al proclamarse la República, las instituciones oficiales del gobierno eran la Capitanía General y el Palacio del Segundo Cabo. Lo natural fue que el Palacio del Capitán General se convirtiera en Palacio Presidencial, y como la República nacía con el esquema norteamericano, tendría dos Cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes”, recordó el Historiador de la Ciudad, añadiendo que por entonces se dispuso que el Senado iríaal Palacio del Segundo Cabo, y la Cámara de Representantes a un edificio de la Calle Oficios de La Habana Vieja, obra del arquitecto Heredia, autor del Aula Magna de la Universidad de La Habana. Ese edificio actualmente es la sede temporal del gobierno municipal de La Habana Vieja, “pero la aspiración era construir un edificioque albergara a ambas Cámaras”, continuó Leal.
El director de la Red de Oficinas del Historiador y Conservador de la Ciudad detalló los antecedentes de la magnífica obra arquitectónica y escultórica del Capitolio, iniciada el 1ro. De abril de 1926, y terminada tres años y 50 días después.
Pero el recorrido comenzó en un sitio inusual: debajo de la escalinata de Honor que levanta al edificio. Arriba, está la luz de la linterna del Capitolio, luego la cúpula de acero; “inmediatamente debajo el lugar donde coinciden las dos alas, llamado Salón de los Pasos Perdidos, de inspiración grecolatina, la savia nutriente de nuestra nación”, y en su centro la efigie de Palas Atenea, que reviste las características republicanas y los atributos de Cuba en su escudo y lanza. Una obra del italiano Angelo Zanelli que actualmente se restaura con cuidado detalle.
Cuando ya habían comenzado las obras del Capitolio, el proyecto de los arquitectos Evelio Govantes y Félix Cabarrocas concibió que delante de la escultura, donde luego se colocaría una estrella y en su centro un diamante marcando el kilómetro cero de la Carretera Central, se abriría alrededor un mirador que permitiera a los visitantes descubrir que, siguiendo el eje vertical de la cúpula, en la matriz del edificio se hallaba un féretro “del fundamento moral, político e histórico de la nación: el soldado cubano desconocido a cuyos esfuerzos, y sacrificios sin nombre, se debe el nacimiento de Cuba como República”, develó Leal Spengler a las puertas del pasaje donde se ha trabajado para completar una parte de la historia de la ejecución del Capitolio que quedó inconclusa, la Cripta y Tumba al Mambí Desconocido.
“Ese proyecto de Félix Cabarrocas no llegó a realizarse: el piso se cerró pero la cripta abajo se concluyó”, y el espacio quedó vació, sin el sepulcro que debía llevar en su centro. El Historiador reveló que antes del Triunfo de la Revolución se intentó hacer allí un homenaje a los retos mortales del Padre de la Patria, que reposa en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba; un sinsentido que tras el 1ro de enero de 1959 quedó felizmente en el olvido.
Con la Revolución, el edificio del Capitolio acogió, sucesivamente, funciones como Museo, Academia de Ciencias, y sede del Ministerio de Ciencias y Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), hasta que la Oficina intervino para restaurar capitalmente el edificio y devolverle su función de sede de gobierno, con la llegada de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Desde la puerta principal de bronce, que presidente el escudo y las iniciales de la República de Cuba, se adentra el espectador en un espacio con forma abovedadacon una disposición clásica y solemne, muy similar a la concebida por el arquitecto Cabarrocas.
“Al restaurar hoy el espíritu del Capitolio, se creyó conveniente situar el verdadero túmulo, tal y como fue imaginado. Se realizó la obra en una piedra de mármol maciza, en cuya cripta interna se colocó una urna con los restos de un soldado oficial desconocido, traído del Panteón de los Veteranos de la Independencia del Cementerio de Colón”, reveló el Doctor Eusebio Leal de pie ante el sarcófago de mármol que se encuentra en el centro de la sala.
Con letras de bronce se lee en la cubierta: “Al Mambí Desconocido”, y en el frente, el Escudo cubano también en dicho metal, del cual parten hojas de laurel y acanto que envuelven la blanca piedra, símbolos de la gloria combativa y del mérito alcanzado en el campo de batalla.
Ante él, la ofrenda del agradecimiento patrio: una corona de flores que envía, todos los días desde que reposan los restos allí, el Presidente de la República, el General de Ejército Raúl Castro Ruz.
Al centro del sepulcro está la encendida la llama eterna, “la original que fue encontrada y donada por el Museo de la Ciencias Médicas, a donde había sido llevada por su Director, el Doctor José López Sánchez”. Narró Leal que esa pista fue seguida hasta encontrar la original tallada en bronce, para ser devuelta a donde pertenece.
Rodean el salón símbolos importantes del edificio y, por ende, de la nación cubana, como una réplica a menor escala de la escultura de Palas Atenea de 17.54 metrosque se alza en el piso superior. La miniatura se realizó con los bocetos originales de Zanelli, que se encontraronen el Pabellón de la Patria, en Italia, y serán expuestos finalmente en una de las salas del Capitolio, como se acordó en un convenio bilateral firmado en el año 2015.
Rodean el sepulcro las banderas de las naciones hispanoamericanas – incluidas las de Estados Unidos, España y Portugal –. Presiden a cada lado de la cripta los emblemas de Cuba y Puerto Rico, repúblicas por las cuales se fundó el Partido Revolucionario Cubano. “Al fondo – apuntó Leal – el Escudo de Armas de Cuba, que llevan las fuerzas armadas en su uniforme, con hojas de laurel y acanto, sables, fusiles, ballonetas y cañones; todo ello sostenido en el haz de basto, que representa la unión irrompible de la nación, y el gorro frigio que representa el espíritu de la gloriosa Revolución Francesa de 1789”.
Completan el recinto una reproducción en bronce de la alocución de Carlos Manuel de Céspedes al ser proclamado Presidente de la República ante la Cámara de Representantes, constituida en Guáimaro el 11 de abril de 1869; y las notas del Himno de Bayamo compuesto por Pedro Figueredo un año antes. Durante la visita al cenotafio se escucha la melodía de la conocida obra “Paráfrasis”, del compositor Hubert de Blanck, inspirada en el Himno Nacional cubano.
“Esta es la base sobre la cual se levanta la nación”, sentenció el Historiador de la Ciudad de La Habana, refiriéndose a la necesidad de que el fundamento del Capitolio sea precisamente la vocación de la nación por su libertad.
La veintena de jóvenes presentes en la cita de este jueves siguieron los pasos del guía por los salones internos del edificio, en pleno proceso de obras. Se visitó uno de los Patios de Honor del Capitolio – que permiten un respiro al denso recorrido de un edificio muy pétreo, según definió el Historiador –, a los salones que ocuparán la Biblioteca y la Sala de Exposiciones, donde se hallará en un futuro la muestra de los tesoros del edificio; hasta culminar en el Salón de los Pasos Perdidos, frente a la efigie griega.
El Historiador de la Ciudad, el Doctor Eusebio Leal, adelantó que para el 20 de febrero del 2018 se prevé que el avance de las obras permita ascender la escalinata y visitar los primeros grandes salones restaurados del Capitolio, así como divisar el diamante iluminado a los pies de la estatua de Atenea. Antes de esa fecha, el público procedente de todas partes del país, y del mundo, podrá visitar el sarcófago del héroe anónimo.
El Libro del Capitolio, confeccionado al finalizarse la obra, es el más fiel testimonio del edificio. En él se describe el proyecto de la siguiente forma:
“La cripta y tumba del mambí desconocido será, en suma, el sagrario del más noble recuerdo que puede albergar un patriota en su corazón: el del mambí anónimo que envuelto en su propio heroísmo, cayó un díapara siempre en la manigua redentora”.
Hoy podemos sentirnos orgullosos al decir que ese altar ya está listo, y que el Capitolio representa tanto en piedra, como en ideas, el fundamento del esfuerzo por la creación de la nación.
Compartir