Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
La Patria, amantísima, acoge siempre en su seno a sus hijos. Qué gran deuda saldada en la mañana del 23 de agosto, fecha escogida no fortuitamente, cuando nuestra Isla se convierte, por fin, en última morada de una de sus grandes patriotas: Emilia Teurbe Tolón.
Uno de los grandes sueños de Vilma Espín, fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas – traer a suelos de nuestra patria féminas que marcaron con su impronta nuestras guerras independentistas y que fueron sepultadas en otras naciones del mundo –, se concreta hoy en lo que puede ser considerado como la voluntad de saldar una deuda histórica con la mujer revolucionaria.
La Necrópolis de Colón fue el sitio escogido para que la cubana en bordar nuestra primera bandera descanse por siempre, junto a otros importantes nombres de la historia de la Nación.
La Ceremonia Oficial de Inhumación de los restos de la insigne patricia Emilia Teurbe Tolón fue presidida por el General de Cuerpo de Ejército Joaquín Quintas Solá, miembro del Comité Central del Partido, Viceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Héroe de la República de Cuba; Yadira García y Concepción Campa Otero, miembros del Buró Político del Partido; Yolanda Ferrer, Secretaria General de la Federación de Mujeres Cubanas; Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, entre otros representantes del Partido, el Gobierno y la cultura nacional.
En las palabras centrales, el Historiador de la Ciudad apuntó que a 108 años de haber fallecido esta mujer, precisamente el 23 de agosto, la acción de traer los restos de Emilia a Cuba ha sido un empeño por largo tiempo acariciado. “Cuando depositamos hoy esta semilla – afirmó Leal – el día en que celebramos el aniversario 50 de la Federación de Mujeres Cubanas, nos parece escuchar todavía la voz de su fundadora, Vilma Espín. Ella reclamaba siempre, con intensidad y con firmeza, que se rindiese culto y se abriese un espacio en nuestra memoria y en nuestra vida cotidiana a las grandes mujeres; aquellas que habían marcado no solamente un camino para todo el pueblo en lucha, sino también para las grandes vindicadoras de las batallas de género. Emilia fue lo uno y lo otro”.
Leal evocó, mediante los versos de la poetisa matancera Carilda Oliver Labra, el instante en que Emilia labró, en 1850, la primera bandera de nuestro país: “con qué puntadas de amor bordó aquel lienzo, aquellas sedas preciosas que se conservan todavía”. Asimismo, la recordó en esos años difíciles que le tocó vivir y la vio rodeada de una pléyade de poetas, que también marcaron con sus versos y su acción el devenir de la Nación.
La narración de tan significativo hecho en la historia de nuestro país no dejó de ser apuntado por el Doctor Leal: en junio de 1849, Narciso López en conversación con Cirilo Villaverde y con Miguel Teurbe Tolón, esposo de Emilia, comentó su idea sobre la necesidad de crear una bandera que fuera emblema y guía de la lucha contra el colonialismo español en Cuba. Emilia acogió la idea empeñándose en crear ese primer e histórico estandarte. Al ser terminado, Emilia se lo le entregó a López. Posteriormente, con esa muestra, fueron las jóvenes de Nueva Orleáns las encargadas de confeccionar la que se llevó a Cárdenas el propio López el 19 de mayo de ese año. Años más tarde, en 1868, la solemne Asamblea de Guáimaro, por acuerdo, reconocería, sin agravio de la bandera de Céspedes, esa otra, la de Emilia, consagrada así como la bandera de Cuba.
Luego de un periplo que abarcó diversas generaciones de cubanos –de manos de Narciso López pasó a Cirilo Villaverde, quien al morir la dejó a su hijo Narciso; este, en 1942, la donó al Fondo Cubano Americano de Socorro de los Aliados, institución creada para cooperar en el triunfo sobre el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Dos años después se entregó al Palacio Presidencial, donde permaneció hasta el Triunfo de la Revolución, en el Salón de los Embajadores –, la bandera de Cuba que se considera la original llegó finalmente al Museo de la Revolución para ser custodiada como uno de los máximos tesoros de nuestra identidad nacional.
Nacida el 9 de enero de 1828, en Matanzas, como recordó Leal, Emilia Margarita Teurbe Tolón y Otero es reconocida, además de su ferviente amor por Cuba, por ser la primera mujer deportada por su insurgencia política y por legar sus bienes a la Sociedad Económica de Amigos del País para contribuir a la enseñanza gratuita en Cuba. En 1950, en conmemoración del Centenario del símbolo de los independentistas cubanos que ella confeccionó, el Congreso de la República proclamó oficialmente a Emilia como “Encarnación de la Mujer Cubana”.
Por fin, después de tantos años y de un largo período de búsqueda, una de las hijas pródigas de Cuba – sepultada en España – vuelve a su suelo amantísimo. Como concluyó el Historiador de la Ciudad: “Ahora, aquella que bordó la bandera, que felizmente se conserva; la pequeña bandera que sirvió de modelo y que ondeó por vez primera en Cárdenas y después, en los campos de batalla, redimida ya de todo compromiso que no fuera luchar por la libertad absoluta; aquella bandera que guió y guía al pueblo cuya obra todavía no está concluida, es quizás el más hermoso homenaje para flotar sobre su tumba. Descanse en paz en suelo cubano, heroína, mujer altiva, mujer hermosa de alma y de espíritu”.
Fotos: Alexis Rodríguez
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