Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Yoel Lugones Vázquez / Fotos: Alexis Rodríguez
Grandes expectativas siempre trae la Feria Internacional del Libro cada año, que ya en este 2018 ha comenzado su periplo por toda la Isla. Pero en su edición 27, uno de los anhelos de los que disfrutan de esta fiesta de las artes y las letras es que el Doctor Eusebio Leal Spengler visite cada territorio.
Disfrutar de la oratoria del Historiador de la Ciudad de La Habana, constatar la pasión con la que habla de muchos de los temas, oír sus anécdotas muchas veces jocosas pero siempre con una enseñanza o mensaje subyacente, es impresionante. Los que residen en la capital frecuentemente tienen la oportunidad de escucharlo; por eso, ahora verlo de cerca en las provincias, “palpar” su magistral elocuencia, es una oportunidad irrecusable.
Sabemos que no va a poder asistir a cada uno de los territorios cubanos donde llegue la Feria. Él lo anhela, pero son muchos sus compromisos de trabajo. Sin embargo, en su apretada agenda siempre habrá espacio para una parada – sin ánimos de crear celos en los otros a los que no arribe –. Su patria es toda Cuba – siempre lo ha afirmado categórica y apasionadamente –, y a ella se debe. Él está presente siempre en cada localidad, en cada región, aunque no llegue físicamente.
“Mi patria es Cuba, y en cualquier rincón de Cuba me siento infinitamente dichoso. Me habría encantado – y no he renunciado todavía – conocer hasta el último rincón de eso que considero lo más importante para mí: mi Patria”. Así lo ratificó en Cienfuegos, la segunda ciudad que fue visitada por Leal en este recorrido de la Feria.
Este 8 de marzo, en horas de la mañana, una sala de la Asamblea Provincial del Poder Popular estuvo colmada de público. Colegas de profesión, arquitectos, autoridades de la provincia, profesionales de distintas ramas, estudiantes y niños se aglomeraron. No importaba la edad ni la profesión: diversas generaciones querían escuchar la palabra de un hombre que ha sabido, con su labor y ejemplo, ganarse el respeto y la admiración de un pueblo. Solo había que ver las caras: todos estaban cautivados.
Una muy buena noticia en los inicios de este encuentro. Se le confería a Leal la distinción de Hijo Ilustre de Cienfuegos. Más que agradecido, el Historiador estaba emocionado: la Perla del Sur es una ciudad que lo ha atraído siempre y ahora su gente lo autentificaba como un cienfueguero más, una personalidad de la urbe.
En el diálogo con el público, Leal ratificó la importancia de la lectura: “Agradezco mucho a los libros. Todos los días me llegan muchos. Los disfruto y los comparto (…) Recuerdo a mi maestra de primaria que me dedicó un libro, el de Edmundo de Amicis – el más precioso para mí, Corazón –, con una dedicatoria: ‘Eusebio, estudia’. Y eso era coincidente con el pensamiento de mi mentora suprema, mi mamá, cuando decía: estudia, hijo, para que tú no pases lo que yo pasé”.
Instó a las nuevas generaciones que en esa primera etapa de la vida aprovechen al máximo la época de estudiar. Es el momento en que se transita por la “senda de la sombra” que cobija al conocimiento. Aseveró que resulta más que necesario avanzar y no dejarse tentar por lo que puede resultar, aparentemente, lo más fácil: “los ojillos que se encienden en la noche oscura de la selva”. “Hay que subirse, entonces, a un lugar donde no llegue la fiera y nos coma, y cuando amanezca hay que tratar de ir hacia adelante”, sentenció.
Leal vuelve a expresar una de sus mayores verdades y certezas: como afirmó en cierta ocasión un maestro, hay que seguir por un riachuelo; por él irás tomando una gota de agua hasta que se llegue a un caudal mayor. Ese caudal mayor va directo a un torrente. Cuando estés en el torrente, síguelo. ¿Y qué es el torrente? La Patria, “la marea de la Revolución”, como él la califica, y la cual ha seguido y seguirá siempre.
Sobre Cienfuegos pronunció: “Siempre que he venido me llevo el mismo e intenso recuerdo. Un pueblo atildado que gusta de sus tradiciones y de sus costumbres, amante de construir y amante de presentarse siempre pulcramente; amante de reflejar esa dignidad que emana del cubano y que es reconocible en los que no han renunciado a esa condición”.
Leal expresó que dejaba como presente de esta visita, los libros de su autoría publicados por Ediciones Boloña, casa editora de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Textos donde se recopilan sus discursos y disquisiciones sobre diversos temas y que quedarán para la posteridad, precisamente, gracias a la letra impresa.
El Historiador se despedía de los cienfuegueros con una palabra de fuerte connotación: Gracias. “Esta es – ratificó – la palabra más bella del idioma. Pobre y desgraciada esa figura que se arrastra por las callejuelas más oscuras de las ciudades, por los rincones más adustos del camino: la ingratitud. Nuevamente, muchas gracias”.
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