Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Redacción: Habana Radio
Presidido por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se realizó en el cementerio Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, el acto político y ceremonia militar de inhumación de los restos de Carlos Manuel de Céspedes y Mariana Grajales, en ocasión de conmemorarse este 10 de octubre el aniversario 149 del inicio de la Guerra de Independencia en el ingenio Demajagua. Presentes también dirigentes del Partido y la Revolución, miembros de los Consejos de Estado y de Ministros y primeros secretarios de diversas provincias del país.
Las palabras centrales del acto fueron pronunciadas por el Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, quien comenzó afirmando: “Hoy, 10 de octubre, cuando apenas se dibujaban en el cielo las nubes de la noche y se levantaba el sol por el oriente, teniendo como retablo de este camposanto de recordación las montañas de la Sierra, evocamos el día y la hora en que el Padre de la Patria dio inicio al magno movimiento, la única y sola revolución que ha existido en nuestra tierra, la que él comenzó y la que hoy continuamos”.
Como apuntó Leal, “el cementerio ha sufrido una bella remodelación, y lo que entonces surgió de la voluntad pública, los distintos mausoleos y panteones de los mártires y héroes de la patria, ellos y ellas, han sido hoy colocados en lugar preferente, marcando como si fuera el dedo de la historia un discurso comprensible para todos, al mismo tiempo que sentamos las bases para la enseñanza de la historia y del sentimiento patriótico y nacional. Es que el culto a la historia y el culto a las mujeres y hombres ilustres es el oficio y el deber del estado, y es el nuestro como ciudadanos de un país libre”.
Durante su intervención, el Historiador realizó un recorrido por la vida de estos dos grandes próceres de Cuba: Céspedes y Mariana; asimismo, recordó momentos trascendentales de la historia de la Isla como la quema de Bayamo, la primera vez que se entonó el Himno Nacional, la Asamblea de Guáimaro, entre otros.
Del Padre de la Patria, sentenció que fue un hombre de un pensamiento liberal avanzado y con gran liderazgo, ente tantas otras virtudes. “Céspedes era del criterio de que la revolución debía ser sostenida con una mano firme y que era más importante una victoria que un discurso político; que era más importante avanzar y triunfar hacia los confines de Cuba que cientos de miles de hombres en Oriente”, sentenció el Doctor Leal.
De la Madre de la Patria recordó cómo José Martí la evocó con un férreo carácter y una enorme bondad, además de impactarle el brillo refulgente de sus ojos. Como afirmara Leal, Mariana crió a sus hijos en el rigor de sus costumbres, en la fiereza de sus tradiciones y en el dominio que tenía de la educación y del deber que debía imponerse a un grupo numeroso de jóvenes varones.
“Esta historia nos lleva directamente a la última piedra, extraída de este sitio en que testigos graníticos evocan un cataclismo de la naturaleza. Una piedra enorme fue colocada en aquel suceso inimaginable sobre lo alto de una prominente elevación y otras muchas quedaron en el campo. De ellas, una fue escogida y fue colocada en ese sitio, y en su interior, usted, General Presidente, depositó un día los restos de su amado hermano, líder y conductor de la Revolución Cubana, Fidel. En esa urna y en esa piedra de granito está la voluntad de este pueblo de continuar esta historia. Él dijo y afirmó categóricamente en su alegato, dicho cerca de aquí, en el hospital convertido en aula de tribunal, que José Martí era el autor intelectual del asalto. Por eso allí, tras de él, en impresionante retablo, están los compañeros que se atrevieron a abrir la enorme brecha en aquel muro de una sociedad al parecer impenetrable (…) Esa piedra es continuación de la única revolución en la que hemos vivido, la iniciada por Céspedes el 10 de octubre de 1868 y que continuamos hoy”, aseveró Leal.
“Ya en 1965 – afirmó el Historiador – , en la escalinata de la Universidad, ante especulaciones sobre las razones de los próceres, Fidel afirma categóricamente en frases definitorias: Nosotros entonces habríamos sido como ellos; ellos hoy habrían sido como nosotros. Esa conjunción dialéctica la explicará luego en tres lecciones históricas magistrales. La primera, el 10 de octubre de 1968 en La Demajagua. En ese lugar conmemora el primer centenario de la lucha por la independencia. El segundo, el 11 de mayo en Jimaguayú, en 1973, en que define la forma del análisis histórico y da continuación perfecta a lo que es la perla más preciosa de su última y grande aspiración, la que tuvo Céspedes, la que tuvo Martí: la de la unidad nacional en torno a la idea. Y finalmente, el gran discurso del 15 de marzo de 1978, bajo los mangos de Baraguá, donde jura continuar la obra de aquel titán que a los 33 años sorprendió a su adversario por su juventud, por su apolínea figura y por su voluntad de servicio”.
“Detengámonos un momento en la tumba del iniciador y veamos allí la escultura hermosa de Cuba que, en su bella figura, levanta un laurel para extenderlo al pie de su retrato. Padre, un día te trajeron a Santiago con ropas raídas, ensangrentado y deshecho. Eras joven, pero habías envejecido en el dolor, en el sufrimiento, en la ingratitud, pero jamás te abandonó la esperanza. Tú rechazaste una vez con palabras gentiles a las mujeres cubanas la hermosa espada que hoy se ha colocado al lado de tu urna, pero dijiste a ellas que querías legar a tus hijos ningún bien material, sino tus ideas, tu voluntad y que ella, la espada, sería una posesión futura de la nación libre. Esto se ha cumplido. Cuando te trajeron, deshecho, tus zapatos estaban cosidos con alambre. Nada podía identificar lo que latía en aquel cuerpo, con los ojos grandes y abiertos como los del Che”, finalizó Leal.
Luego de las palabras del Historiador, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, acompañado por otros miembros del Comité Central del Partido depositaron flores ante los mausoleos de ambos próceres, así como en el de José Martí y Fidel Castro Ruz.
Tanto el monumento funerario de Céspedes como la tumba de Mariana fueron trasladados cuidadosamente al área patrimonial central del cementerio Santa Ifigenia, donde se encuentran los de nuestro Héroe Nacional y el Líder Histórico de la Revolución Cubana, para así poder rendirles tributo de forma más expedita.
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