Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Yoel Lugones Vázquez / Fotos: Alexis Rodríguez
Matanzas recibió este 6 de marzo, en su seno, a uno de esos hombres que siempre la ha defendido y que la ha admirado a través de los años. Eusebio Leal Spengler se ha confesado un eterno enamorado de esta urbe y a ella le agradece momentos imborrables de su niñez, cuando la visitaba con su madre.
Así lo confesó en un memorable encuentro que protagonizó en esta jornada y como parte de las actividades de la 27 Feria Internacional del Libro en su capítulo matancero, evento que se le dedica desde su inicio en La Habana. Expresó también su fascinación por la arquitectura, los símbolos, la belleza de Matanzas, a la cual calificó como ciudad de la cultura.
Pero es mutua la gratitud: la Asamblea Municipal del Poder Popular le confirió la distinción de Hijo Adoptivo de Matanzas. Las razones, además de las expuestas, fueron: junto a Antonio Núñez Jiménez constituyó la Comisión Provincial de Monumentos y desde entonces ha mantenido una preocupación constante sobre este asunto; sistemáticamente ha orientado a las autoridades políticas y gubernamentales sobre la gestión del patrimonio matancero. Además, Leal contribuyó de forma decisiva a la declaratoria del Centro Histórico Urbano de Matanzas como Monumento Nacional, al igual que propuso el ingreso de Matanzas a la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba.
Leal reconoció que es una provincia muy particular desde el propio arribo a la misma: cuando se llega, el visitante se sorprende con esa hermosa bahía y por una vista envidiable donde enseguida se divisan los puentes. Luego, recorriendo puede quedarse uno extasiado con monumentos como el dedicado a rendir tributo al mambí, o con la belleza de un teatro como el Sauto, o con la imponencia de la Farmacia Triolet, hoy un museo que conserva, como pocos en el mundo, aquellos objetos de antaño y que es poseedor de una riqueza patrimonial incalculable. Tantas y tantas cosas hacen de la Atenas de Cuba única e irrepetible. Así lo aseveró en repetidas ocaiones.
Antes de la entrega del reconocimiento, Leal habló a los presentes, en la hermosa y recién remozada Sala José White, de que su devoción no es solo por La Habana, no solo por Matanzas, sino por toda Cuba. A ella se debe, a su cultura, a su patrimonio, a su riqueza identitaria.
Fueron muchos los temas abordados por el Historiador de la Ciudad de La Habana, recogidos gracias a la letra impresa en textos de su autoría, publicados por Ediciones Boloña y que fueron presentados también en esa mañana: Aeterna sapientia, Hijo de mi tiempo, Fiñes, entre otros. Se confesó sobre todo un orador, pero reconoció que gracias a los libros lo expresado a través de las palabras queda registrado para siempre.
Se refirió, asimismo, a la labor social y cultural que lleva a cabo la institución que él lidera. No basta con reparar, reconstruir edificios. A la par, hay que edificar también las almas, levantar el espíritu de los seres humanos. Lo material es importante, pero esencial es también alimentar los intelectos. Esa ha sido una de sus máximas.
Nombre que relució una y otra vez durante el conversatorio: el de su predecesor Emilio Roig de Leuchsenring. Reconoció que su maestro y guía no tuvo a su alcance todas las posibilidades comunicativas que hoy existen, pero aseveró que si hoy existe una Oficina del Historiador en la capital cubana y una Red de Oficinas del Conservador y del Historiador en toda la Isla es gracias a su aporte y a todo el cimiente que sembró.
Otros fueron los reconocimientos recibidos por Leal esa mañana. Entre ellos, el premio Antonio José Valdés otorgado por la filial provincial de la Unión de Historiadores de Cuba; la distinción La Tórtola, conferido por la Dirección Provincial de Cultura; el del Centro Provincial de Patrimonio; el de Ediciones Vigía, por solo mencionar algunos.
En la tarde, el Historiador de la Ciudad de La Habana compartió en el Salón Velazco, con estudiantes de la Universidad de Matanzas y con otros jóvenes que bebieron de él su sabiduría, pero sobre todo su pasión por lo que hace, su amor por Cuba y por su patrimonio.
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