Eusebio Leal invitado especial del National Trust for Historic Preservation de Estados Unidos

noviembre 9, 2015

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En una peregrinación plena de simbolismos, el Historiador de La Habana recorre los sitios donde son visibles las trazas de una historia compartida entre Cuba y Estados Unidos, en Washington y Filadelfia. Invitado a la convención anual del National Trust for Historic Preservation, entidad norteamericana no gubernamental encargada de la restauración y reutilización de sitios históricos en esta nación por más de cincuenta años, Eusebio Leal expuso la experiencia rehabilitadora que se desarrolla en la zona más antigua de la capital cubana, declarada por la UNESCO en 1982 Patrimonio de la Humanidad.
Ante un auditorio conformado por expertos provenientes de todos los estados de esa nación, Leal mostró las imágenes probatorias de un proceso de rehabilitación integral que defiende el presupuesto de una ciudad viva y habitada, donde la restauración exhibe un alto compromiso social. Repasó las diversas fases del trabajo a favor del rescate “de la memoria patria porque los sitios, los edificios y plazas, los objetos preciosos relacionados con el devenir nacional conforman ese universo necesario para reconocernos en lo que somos”.

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El aprecio de Cuba por su patrimonio local y nacional, y por aquellos espacios que se insertan en el patrimonio universal, fue expuesto por Leal para quien resulta de alto valor el intercambio de experiencias de preservación entre nuestro país y Estados Unidos, donde se revelan puntos de coincidencia no solo históricos, sino también relacionados con las ciencias que confluyen en los procesos de rehabilitación.
Leal también protagonizó un intercambio con el equipo multidisciplinario encargado de la restauración del Capitolio de Washington, donde pudo conocer detalladamente las principales problemáticas enfrentadas por los preservacionistas y las técnicas empleadas en el rescate de un domo de acero pintado –de alrededor de 88 metros–, para lo cual se ha levantado una estructura metálica de 1.2 millones de libras que permite escalar a los obreros y expertos enfrentados a más de 1200 rajaduras, y los daños que supuso la exposición a la intemperie y la penetración de las aguas.

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El Capitolio original de Estados Unidos fue diseñado por el doctor William Thornton y la piedra angular fue colocada por el presidente George Washington el 18 de septiembre de 1793.
Al propio tiempo, el Historiador de La Habana mostró imágenes sobre la restauración del Capitolio habanero, erigido en 1929, y describió el difícil proceso de rescate de toda su estructura que en el caso de la cúpula y la linterna ubicada a 93 metros del nivel de la calle, no es íntegramente de acero y se emplean otros materiales constructivos como la piedra de capellanía y el hormigón, lo cual complejiza una obra también afectada por las penetraciones de las aguas y la fuerza corrosiva del salitre.

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Durante su estancia en la capital norteamericana, Leal asistió a la ceremonia anual de entrega de premios de conservación del National Trust for Historic Preservation, realizada en la catedral de San Pedro y San Pablo, más conocida como catedral nacional de Washington, una edificación neogótica cuya construcción data de inicios del siglo pasado. La también conocida como casa de oración del pueblo estadounidense, sufrió los embates de un terremoto en 2011 que provocó daños estructurales por los cuales es objeto de un trabajo sostenido de restauración.

Eusebio Leal recorre lugares históricos de Estados Unidos, en el Lincoln´s Cottage

Otro de los sitios mostrados al Historiador fue el Lincoln’s Cottage, levantado en 1842 en un estilo gótico campestre, donde el presidente Abraham Lincoln y su familia, tras la muerte de su hijo Willie, vivieron los veranos entre 1862 y 1864. La estancia en esa propiedad presidencial a unos cuatro kilómetros de la Casa Blanca, coincide con el período en que Lincoln da a conocer el acta de proclamación de la libertad de los esclavos: “Si mi nombre entra en la historia alguna vez, será por esta acta, y toda mi alma está en ella”.

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Las tierras del Cottage se consideran aun el Hogar de los soldados y fueron empleadas de hecho para asistirles e incluso para enterrarles en las inmediaciones de lo que se considera el primer cementerio nacional destinado a ellos en los Estados Unidos.
Eusebio Leal viajó además a Mount Vernon, otro conjunto patrimonial incluido en la lista nacional de monumentos y sitios históricos norteamericanos que adquirió como propiedad George Washington en 1754 y donde pasó 45 años de su vida. Se preservan allí hasta los colores vibrantes de los muros – basados en el análisis científico de las pinturas –, el mobiliario de la época, los objetos relacionados con la vida del presidente, así como los jardines y el predio, la granja donde aplicó métodos innovadores como la rotación de cosechas y el empleo de fertilizantes, la destilería y el molino así como las casas y el cementerio de los esclavos.

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Allí mismo, el museo y centro de educación Donald W. Reynolds ofrece un panorama completo de la vida del primer presidente de Estados Unidos, quien fuera comandante en jefe del Ejército Continental durante la guerra por la independencia de esa nación. Ante las tumbas de Martha y George Washington, el Historiador de La Habana colocó una ofrenda y saludó amablemente a los niños y jóvenes que se acercaron para contemplar tan solemne ceremonia protagonizada por un cubano en tierra norteamericana.

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En el piso superior de la casona de Mount Vernon las habitaciones de huéspedes dan fe de la presencia de los amigos de Washington a quienes Martha, su esposa, prodigaba atenciones al detalle, como es el caso del marqués de Lafayette, quien le regalara a su querido George en prenda de gratitud la llave de la Bastilla que aun cuelga en una de las paredes del salón de estar.
El norteamericano confió en el francés como experimentado hombre en el campo de batalla cuando en 1777, a lo largo del Brandywine Creek al sur de Filadelfia, el ejército continental luchaba por detener el avance hacia la capital del General William Howe, comandante en jefe de las tropas reales de Gran Bretaña durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Entonces Lafayette, en un gesto que nunca olvidaría Washington le dijo: “Estoy aquí para aprender, no para enseñar”. Al ser herido el marqués en su pierna y llevado al hospital, el padre de la patria norteamericana pidió que fuera atendido como si se tratara de su hijo.

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La historia recoge que otro amigo, un cubano, disfrutó de la hospitalidad de los Washington, Juan de Miralles, el más activo comerciante de La Habana con las trece colonias norteamericanas insurrectas. Como agente diplomático ante el Congreso Continental que tuvo por sede a Filadelfia – junto a Eligio de la Puente – desarrolló una labor hábil que “contribuyó a que la ayuda y todo tipo de auxilio a los insurgentes norteamericanos llegara oportunamente”. (1)
La prensa de época destacó el momento en el cual Miralles, durante las vísperas del Año Nuevo de 1778, organizó un banquete en honor de Washington y su esposa Martha en el que se encontraban los más altos oficiales cercanos al llamado Padre de la Patria norteamericana.
Fue precisamente Martha Dandridge Cutis – la esposa del presidente – quien prodigó cuidados a Miralles justo hasta su muerte. Su despedida se produjo con altos honores militares y del puño y letra de George fueron las cartas de condolencia más sentidas para la familia del cubano y el Gobernador español en Cuba.

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Se conoce que Washington había estado en Cuba en 1762, cuando era un oficial del ejército inglés. En el interior de la otrora Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, asistió a una tenida masónica de consagración bajo el rito de York.
En Filadelfia, Pensilvania, las huellas de George Washington son sustanciales. Se trata de la urbea la cual William Penn bautizó como “la ciudad del amor fraternal” en la aspiración de que fuese un refugio de tolerancia religiosa para la época. El Historiador de La Habana recorrió los lugares que se han conservado de aquella época en que se produjo la independencia de las colonias inglesas en Norteamérica y nació Estados Unidos. Recorrió el Liberty Bell donde se encuentra la denominada Campana de la libertad y el National Constitution Center, un museo con amplia experiencia en programas educativos para estudiantes de diferentes grados escolares.

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En el interior del Independence Hall pudo apreciar el escenario de los debates y posterior firma de la carta constitucional norteamericana promulgada el 17 de septiembre de 1787, otorgando soberanía al conjunto de los ciudadanos y no a un monarca, abriendo paso a la llamada legalidad moderna. Dos años después fue investido George Washington como presidente de los Estados Unidos. Murió en 1799 y fue definido en su despedida de duelo como “primero en la guerra, primero en la paz y primero en el corazón de sus compatriotas”.

1. Anillo, René, “Los verdaderos amigos de Washington en Cuba”, publicado por Granma Internacional el 19 de febrero de 2001.

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Historiador de la Ciudad de La Habana 2011
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