Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Yoel Lugones Vázquez / Fotos: Alexis Rodríguez
Desde aquella primera vez en que asistí a una presentación de la revista que fuera fundada en 1996 por el Historiador de la Ciudad, hasta la aparición de su más reciente número, el 45, presentado este viernes en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís; en todas esas ocasiones siempre me ha sorprendido la cantidad de personas que se reúnen – muchos hasta empiezan a preguntar con antelación – en cada lanzamiento de un nuevo número de “Opus Habana”.
Calidad en la impresión, belleza estética, diversidad de temáticas, lenguaje profundo y a la vez asequible a cualquier lector. Estas bien pudieran ser razones a esgrimirse para explicar el hecho de que sean aún más los lectores que se suman a las propuestas de esta revista. Pero nos atrevemos a asegurar que una de las razones, sustentadas en el tiempo, es que la premisa mantenida por “Opus…” es la de que su perfil editorial ha funcionado como testimonio de la gesta rehabilitadora del Centro Histórico, y más allá: salvaguardar a través de la letra impresa nuestro patrimonio cultural y social.
Ideas que se reafirman en las intervenciones del Historiador de la Ciudad, Doctor Eusebio Leal Spengler, durante la presentación de cada nueva edición. En esta oportunidad afirmó: “Para exaltar los valores de la obra de restauración nació «Opus Habana». Desde aquellos años iniciáticos hasta hoy todos los colaboradores y amigos de la revista, bajo la dirección de Argel Calcines, han contribuido a cimentar los valores que la revista supone: ética, cubana, sentimiento nacional, restauración del patrimonio; no solamente llorar sobre el pasado sino conservar con fuerza la esperanza de que solo el trabajo hace posible”.
Leal también recordó que esta presentación coincidió con el aniversario 19 de la Sala de Conciertos de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, recordando a todos los que intervinieron en su rescate y rehabilitación, a todos lo que trabajaron “intensamente por la cultura y por las bellas artes, por el pensamiento cubano y por la belleza de las cosas”.
“Opus Habana”, al decir de su editor general Argel Calcines, ha mantenido como tradición desde el primer número que la portada esté hecha especialmente por un artista. En este número 45 le correspondió la dicha – y el honor para la revista – al pintor Rigoberto Mena, artista que se ha dedicado fundamentalmente a la abstracción informalista. Confesiones profesionales y personales de este creador pueden leerse en el acápite “El artista y la ciudad”.
“Entre cubanos”, momento para “deleitarse” con esas entrevistas entrañables concedidas por personalidades que con su quehacer han reafirmado nuestra identidad y se inscriben en esa tipología de ser humano en constante búsqueda de la superación del conocimiento. En esta ocasión nos podemos acercar a la destacada y reconocida ensayista y académica Beatriz Maggi, la persona más conocedora de la literatura inglesa en Cuba y una de las figuras que más honra la cultura y el pensamiento cubanos, al decir del Historiador de la Ciudad.
De especial interés resulta un artículo dedicado a uno de los símbolos de la cubanía: la Palma Real. En él se nos señala cómo gracias a la dimensión antropológica de este árbol – que ancestralmente tuvo una utilidad asociada a los aborígenes cubanos – es retomada luego por los pintores románticos y en la obra de aquellos poetas desterrados como José María Heredia. Pero no es hasta las guerras de independencia cuando la función utilitaria y la función simbólica de la Palma se autocomplementan recíprocamente alcanzando su real y actual dimensión dentro de nuestra identidad.
La Maestranza de Artillería es otro punto de atención en esta “Opus Habana”. Fernando Padilla, el autor del artículo, aprovecha los hallazgos arqueológicos para reconstruir ese enclave militar donde hoy se ubica el parque infantil homónimo.
Una de las líneas que ha seguido la publicación ha sido la de revitalizar figuras cubanas poco trabajadas. Por eso se le dedica a un artículo a quien hizo famoso el seudónimo de Fray Candil: Emilio Bobadilla. El historiador Dino Amador Allende nos aproxima a este escritor, poeta, crítico literario y periodista cubano-español que siempre estuvo a favor de la independencia de Cuba.
Sería muy difícil tratar de reseñar toda la revista. Así mejor, porque dejamos un margen para que usted tenga otro pretexto, busque el número y lo lea totalmente (recordar que siempre cierra con un habitual Breviario, donde se hace un resumen de lo más significativo ocurrido en los últimos meses en el Centro Histórico habanero y en toda la Isla; entre ellos el que versa sobre la más alta condecoración que concede el Estado cubano, la Orden José Martí, a la poetisa y escritora Fina García Marruz; medalla colocada por el propio Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz).
Pero nos referiremos a un último escrito: “El juego de habilitaciones”. Su autora, Yadira Calzadilla, se acerca a ese sistema de etiquetas que se usaba para adornar, proteger y certificar las cajas de habano y que reconocían sus marcas, las que se conservan hasta nuestros días. Como bien expresara Argel Calcines, “estas marquillas son exponentes bellísimas de la litografía cubana y son objetos muy preciados por los coleccionistas. La validez del artículo es que nos esclarece la diferencia entre las llamadas marquillas cigarreras y estos juegos de habilitaciones, además del valor que tiene la iconografía asociada al habano a la vida cotidiana, exponente también del enfoque de la historia cultural de nuestra ciudad”.
El cierre de esta presentación fue un concierto a cargo de la pianista Liana Fernández, quien interpretó obras de autores latinoamericanos.
Cada “Opus Habana” abre con un mensaje, un filosofema del actual Historiador de la Ciudad y cierra con una crónica costumbrista de Emilio Roig de Leuchsenring. Es como cerrar un círculo; es como el mensaje de que la obra continuará y de que a través de esta revista, y de tantos otros medios de los que se vale la Oficina del Historiador, estarán siempre grabados en la memoria personal y colectiva estos pensamientos que han buscado y persisten en una misma intención: perpetuar la memoria histórica, patrimonial de una nación.
Y como en todas las ocasiones y en todos los escritos referidos a presentaciones de “Opus Habana”, he aquí la despedida: estas palabras del Doctor Leal que aparecen en las páginas iniciales del número:
Fidelidad y Fe
Al arribar este verano al número 45 de “Opus Habana”, se agolpan en el recuerdo la revista “Orígenes”, que alcanzó más de cuarenta ediciones, y la miríada de gestores de ese empeño sociocultural, a muchos de los cuales me fue dado conocer. Aunque enemigo de las comparaciones, y pese a que una y otra difieren en sus meridianos, ambas publicaciones se me antojan hermanadas, abrazadas a un mismo principio cenital: unir los hilos, en el anhelo de tocar el alma invisible de Cuba.
Tampoco nosotros podríamos renunciar a la poesía, a la búsqueda incesante de las razones últimas o al cultivo de lo bello, como le dije en una ocasión a la queridísima Fina García Marruz, amiga y poeta mayor, quien en su 90 cumpleaños acaba de ser distinguida con el más alto reconocimiento del Estado, coincidiendo con el 160 aniversario del Apóstol. Tan aparentemente frágil como una florecilla silvestre afincada a la sombra, pero sabiéndola “paloma acerada”, como diría Lezama Lima, discreta y definitiva, su luz genuina continúa indicándonos el camino hacia “ese misterio que nos acompaña”.
Por Martí y por Cuba, contra viento y marea, nosotros continuaremos llevando adelante “Opus Habana”, empeñados en el rescate de la memoria y el culto a la patria. Este impulso de fidelidad y de fe nos guía. En esa dimensión de la ética habitamos.Doctor Eusebio Leal Spengler
Historiador de la Ciudad de La Habana
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