Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Yoel Lugones Vázquez / Fotos: Magda Resik
Una de las primeras actividades de las sesiones del 11 Congreso Internacional de Educación Superior Universidad 2018, fue la conferencia magistral dictada, en la mañana de este martes 13 de febrero, por el Historiador de la Ciudad de La Habana, Doctor Eusebio Leal Spengler.
En un primer momento del encuentro, realizado en el Palacio de las Convenciones, el Doctor Leal comenzó su intervención saludando a todos los asistentes a la cita: 60 representaciones de delegaciones de diversos países, maestros, rectores de prestigiosas universidades de varias partes del mundo, “educadores todos que se consagran día a día a dar a los demás lo que una vez aprendieron”.
“Esa posibilidad de dialogar dentro del aula o fuera del aula – afirmó el Historiador – es quizás una de las virtudes fundamentales de la escuela y del campus universitario. Vivir en comunidad con los alumnos y los profesores, dialogar permanentemente con el claustro, establecer relaciones que no son las relaciones con los alumnos sino la ingente tarea de crear discípulos, se basa en un antiguo principio: nadie da lo que no tiene. No es posible desempeñarse en uno de los más nobles y ejemplares oficios de la sociedad, el magisterio, si uno no ha recibido antes y bebió en las fuentes la infinita sabiduría acumulada a lo largo del tiempo”.
El también Director de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de Ciudades Patrimoniales calificó la Universidad como “madre de todos los saberes, institución permanente de la cultura, donde se prepara al hombre para la vida, entregándole no el compendio absoluto del conocimiento, sino los derroteros para alcanzarlo”.
“Cuando no se tiene el conocimiento se es profundamente infeliz. Se ha afirmado categóricamente que cuando se tiene dinero y se comparte, queda menos; cuando se tiene comida y se comparte, queda menos; pero cuando se tienen conocimientos y se comparten, estos se multiplican. Es una gran verdad”, afirmó Leal.
Asimismo, aseguró que el tiempo mejor es el nuestro: “A partir de esa convicción nace el compromiso, compromiso que no puede ser pasivo porque la vida es breve, y como es breve será un ejercicio inútil vivir para luego entrar en ese espacio ignoto. Es necesario vivir y crear. Es necesario fundar, y cada uno debe hacerlo en la medida y en el nivel en que le es posible realizarlo”.
El Historiador recordó que por estos días, en La Habana, tuvo lugar la Feria Internacional del Libro. Aseveró que siempre es un placer ver a los niños y jóvenes llevar bajo el brazo un volumen, así como ratificó que jamás la tecnología podrá sustituir “ese sentimiento posesivo que tenemos con aquel compendio de hojas encuadernadas, en el cual aspectos de la sabiduría humana están contenidos”.
De igual forma, dijo que en ese incentivo a la lectura, en el inculcar la pasión por la razón y el conocimiento juega un rol fundamental el maestro. Aludió a grandes pedagogos de la Isla como el Padre Félix Varela – llamado “el príncipe de los maestros cubanos” y que aborrecía la enseñanza memorística y discursiva – y el insigne José de la Luz y Caballero.
“Cuando alguien pierde la memoria – expresó – lo ha perdido todo; está como extraviado, te llevan a donde no quieres. Por ende, la memoria en el individuo ese esencial. Hay que cultivarla, ejercitarla. Cuando esa memoria se convierte en colectiva, cuando marca signos de identidad, aparece una familia humana que llamamos Nación, que llamamos Pueblo. Cuando eso se resuelve en un espacio determinado se convierte en el País”.
Leal sentenció que debemos amar lo nuestro, que nos permite amar lo del otro y creer – como afirmó categóricamente José Martí, Maestro de Maestros – que Patria es Humanidad: “De ese concepto que unos llamamos internacionalismo – quiere decir, la relación entre las naciones – nace la voluntad de sufrir, de luchar, de enseñar y educar para que cada agravio sea nuestro, para que cada pobreza o cada lágrima sea nuestra, y para todo esto se requiere la Cultura, el conocimiento”.
También alegó que necesitamos exaltar eso que llamamos los valores y que es importante saber hacia dónde encaminamos nuestra razón, nuestro razonamiento porque los maestros requieren conducir por esa senda oscura a los que les dan como alumnos. Afirmó que a veces hemos incurrido en el error de atribuir solo al maestro el deber de formar y cincelar sobre una materia dúctil, cuando en realidad el primer papel le corresponde a la familia: “Necesitamos, por todas las vías, fortalecer el núcleo esencial, y para lograrlo necesitamos, de cualquier género que sea, de cualquier opción o alternativa que sea, esa pareja (la madre y el padre). Necesitamos formar personas capaces de legar, como quien deja la huella digital sobre arcilla húmeda, en el corazón de los alumnos el sentimiento de la esperanza”.
“Nosotros en nuestra tradición reconocemos maestros miliares, reconocemos figuras capitales (…) Se ha afirmado que el magisterio ha sido depositario de lo más puro de la esencia de la nación. En tiempos de tribulación, de pobreza y mezquindad, el maestro fue el depositario de la esperanza. Por tanto, nunca podemos hacer suficiente por la escuela. La escuela siempre será el objetivo principal de toda sociedad. Fundar escuelas es crear espíritus. Educar, decía Luz y Caballero, es formar al hombre para la vida. Educar – y ese maestro decía – ha de ser como un evangelio vivo, y qué es el evangelio sino la palabra esperanzadora, la buena noticia. Ha de ser el maestro carismático como se creía en la Antigüedad. Debe ser capaz de encender en la cabeza de su alumno la llama de la esperanza, del saber, de la generosidad, de la entrega, del desprendimiento. He ahí nuestro enorme y fascinante ministerio”, concluyó Leal.
Hasta el próximo 16 de febrero sesionará Universidad 2018, el 11 Congreso Internacional de Educación Superior, el cual tiene como centro de reflexión las relaciones entre la casa de altos estudios y la agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
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