Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Yoel Lugones Vázquez / Fotos: Alexis Rodríguez
El elogio a la memoria resulta en estos días más que necesario, imprescindible. Preservar y rescatar nuestro pasado es la base para poder seguir afianzando nuestro devenir futuro. Estas ideas deben ser blandidas por todos los que defienden la identidad de un país, de una nación. Enhorabuena, entonces, para la aparición de un libro que se añoraba y esperaba hace mucho tiempo y que tiene como propósito esa vuelta al tiempo pretérito. Se trata de Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Trayectoria de un edificio, del investigador Francisco Rey Alfonso.
La presentación del volumen fue justo ahí, en ese emblemático lugar de la cultura nacional – por cuyo escenario ha transitado lo más selecto de las artes del mundo –, y estuvo a cargo del Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana. También asistieron a este especial momento – en el que actuaron la soprano Milagro de los Ángeles, instrumentistas de la Orquesta del Teatro y la coreógrafa y bailarina Irene Rodríguez – la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso; Miguel Barnet, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, entre otras personalidades e intelectuales.
“Somos lo que hemos leído en los libros”, aseguró inicialmente el Doctor Leal en sus palabras, quien prosiguió afirmando que a partir de ahora serán muchos los que, al transitar las páginas escritas con tanto acierto por Francisco Rey Alfonso, tendrán la satisfacción de gozar de lo que la memoria significa, porque en él están contenidos todos los azares para la construcción de un teatro en La Habana.
Leal evocó aquellos momentos iniciáticos, fundadores de lo que llamamos “teatro cubano”, pues, como afirmó, con la conquista española llegó a la Isla su tradición y ansia teatral. Así la representación fue convirtiéndose en festín en las pequeñas y polvorientas plazas. Recordó, asimismo, aquellos primeros espacios que sirvieron como sede a las diversas manifestaciones de lo que hoy llamamos escena. Todas esas iniciativas fueron creando y fomentando cada vez más la necesidad de un arte teatral nacional, propio.
El Historiador rememoró los orígenes del hoy Gran Teatro de La Habana – cuya apertura fue en 1837 y con el nombre de Gran Teatro de Tacón – y su posterior devenir, en el que muchos y grandes sucesos políticos, culturales y sociales tuvieron lugar. Todo eso y más puede encontrarse en este libro, calificado por Leal como uno de los más bellos textos presentados en mucho tiempo.
“Quizás el acontecimiento más importante que ha ocurrido aquí – expresó –, sin omitir, ha sido la vida de Alicia, la gran figura central de la danza de Cuba y del mundo; en verdad la Prima Ballerina Assoluta, el ser de exquisita sensibilidad, de corazón noble y mano dura para poder llevar adelante un empeño muchas veces desamparado, salvado solamente por su carácter y su fuerza de voluntad, por su voluntad de vivir para ver finalmente un homenaje que no suele otorgarse a nadie en vida y que, sin embargo, en vida, larga de hoy y para mañana, lleva hoy su nombre. Todo otro nombre queda eclipsado. Es imposible que en un lugar se puedan evocar varios nombres al mismo tiempo. El nombre de ella reina ahora en el espacio magnífico del teatro”.
Este edificio actual, para el Historiador, sorprendentemente construido brevemente en un espacio de tiempo, es un monumento a la calidad constructiva y situó a La Habana, en el siglo XIX, con un edificio digno de estar colocado en Viena o en cualquier lugar del mundo: “Es un edificio precioso. Todo lo que se hizo para él y se adquirió para él, ya siendo posesión del Centro Gallego de La Habana, fue realmente una obra esplendorosa. Los mejores mármoles, los mejores artistas trabajaron para ennoblecerlo y engrandecerlo, y aunque la bella lámpara que aparece citada en los grabados, y como contradicción y al mismo tiempo belleza del teatro, se derrumbó en 1900 para siempre, hoy una, inspirada en la original y lejos ya de molestar a los que se sitúen en el último lugar, con los 102 luces de la original, adorna el teatro como un ex voto de la Oficina del Historiador de la Ciudad a la magnífica labor realizada por la nación.Y fui testigo de la voluntad del General Presidente Raúl Castro cuando determinó que el mejor homenaje a Alicia Alonso era la restauración del teatro.Y como ya la nación no tenía otra cosa que ofrecerle, porque lo tiene todo, que recibiera el título más glorioso y más hermoso. Ella, que sufrió tanto con el teatro; ella, a quien molestaban anacronismos y malos tratamientos en la gestión del teatro; ella sería ahora el alma y la vida del teatro”.
Un libro bellamente encuadernado y cuidado, hermosamente hecho. Así calificó Leal a este texto cuyo autor – refirió – es el hombre más meritorio para hacerlo, pero como él mismo lo señala, “la obra apenas ha comenzado”. “Se requiere ahora de otro libro, de inmediato, donde aparezcan las glorias vividas dentro del aula teatral. A nosotros solo nos corresponde ingresar en ese espacio magnífico – hemos tenido ese gran privilegio – y observar en su interior el esplendor de la obra restaurada”, sentenció el Historiador de La Habana.
Y es que Francisco Rey Alfonso confesó que este libro lo apartó de la línea investigativa que más le apasiona, el estudio del ballet y, sobre todo su expresión en el siglo XIX. Asimismo, reveló que “Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Trayectoria de un edificio” fue el resultado de 15 a 20 años de indagación y sus artífices, en realidad, fueron la propia Alicia y Pedro Simón, quienes le instaron a escribir el volumen, en el cual colaboraron decisivamente para su aparición la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación COSUDE, el Consejo Nacional de las artes Escénicas y el Fondo Cubano de Bienes Culturales.
Para beneplácito de todos, luego de una intensa y minuciosa reconstrucción, el Gran Teatro de La Habana ha vuelto a su vida y a su firme propósito. De esta forma finalizó Leal: “Ha hecho el Ministerio de Cultura una obra culta, y el día en que los intelectuales y el pueblo ingresó para verla concluida sentíamos el orgullo natural que solo puede acompañar a los grandes espectáculos de la restauración, de la vida culta y de la historia”. Este libro así también lo atestigua.
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