“La Habana del futuro será necesariamente mejor”

febrero 8, 2019

Por: Rachell Cowan Canino

 

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Cuando el Doctor Eusebio Leal Spengler habla, las horas no pasan, y cuando lo hace de temas tan especiales como José Martí y la ciudad que lo vio nacer, esta añeja Habana de casi 500 años, el privilegio se vuelve aún más grande.

Así lo sintió el público presente en la conferencia magistral impartida este jueves por el Historiador de la Ciudad de La Habana en la sede de la Sociedad Cultural José Martí como parte del espacio habitual Cultura y nación, el misterio de Cuba, que lidera Abel Prieto, presidente de la Sociedad Cultural y de la Oficina del Programa Martiano.

Antes de comenzar su alocución, el Doctor Leal recordó los días triste que vive la ciudad tras el tornado que azotó a varios municipios de la capital el pasado 27 de enero: “Siempre hay que comenzar de nuevo, quizás los acontecimientos más recientes lo prueban. La Habana tiene muchos Centros Históricos, veo con gran tristeza la destrucción y el golpe sobre Jesús del Monte, lugar donde los vegueros fueron ahorcados, símbolo temprano de la rebeldía de las comarcas habaneras y de Cuba; los daños en Regla, la ciudad obrera por excelencia; en Guanabacoa, una ciudad indígena; la destrucción causada en otros espacios del Cerro, de Diez de Octubre, nos indica esa necesidad de volver y de enfrentar ese último capítulo (…) Siempre tenemos que empezar y siempre hay cosas por hacer. Lo importante es rubricar la vocación de hacerlo y que no es la obra de un iluminado o de un profeta; es una obra que, en la medida que encarne en todos los interesados, será real, verdadera, tangible e inmortal.

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Muy próxima a cumplir su medio milenio se encuentra la otrora villa de San Cristóbal de La Habana; esa “Habana del futuro será necesariamente mejor”, para ello el proceso de restauración ha sido imparable. Sobre las escuelas recién restauradas por la Oficina del Historiador de la Ciudad comentó Leal Spengler:

“Todas estas escuelas se construyeron de nueva planta o fueron absolutamente restauradas durante el periodo en que la decisión política de la nación fue conservar el patrimonio y la memoria de Cuba. Esta fue una preocupación desde el comienzo de nuestra historia política; fue la preocupación de Céspedes en su magno desprendimiento; fue la voluntad de Agramonte – preocupado por el pensamiento como el padre fundador –; fue la voluntad tenaz y fuerte de Antonio Maceo de vencer las dificultades personales en lo que se refiere al conocimiento de la escuela, y que lo convirtió a partir de sus cartas y de sus manifiestos en lo que fue, en lo que Martí saluda cuando dice que «tenía tanta fuerza como en su pensamiento», en sus ideas; fue la búsqueda angustiosa de Mella cuando le pregunta al General Eusebio Hernández o a su entrañable amigo Carlos Baliño cómo era Martí, cuando no estaba publicada la obra, cuando solamente se recordaba como un acontecimiento emotivo en la memoria de todos la singular palabra de Martí, su espíritu elevado, su capacidad de convocatoria y ese carisma – palabra que muchas veces utilizamos y a veces desconocemos en profundidad su significado y valor: para los griegos, era el fuego que se encendía sobre las cabezas cuando un orador y la oración tramiten la palabra de forma viva –, es no solo una tradición cubana, sino también una afirmación suscrita por la vida y obra de José Martí.

¿Qué mejor lugar para hablar del Apóstol de la independencia cubana que la sociedad encargada de homenajear y estudiar su pensamiento? Para Leal Spengler, “Martí no es un predicador del odio ni de la cizaña; Martí es el hombre inteligente, de formación cristiana que cuando se decide a levantar un movimiento revolucionario intenta apelar a todo con la razón (…) Va a la guerra que considera necesaria después de haberla visto inevitable.

“Martí no fue infalible, Fidel tampoco; eran hombres, y darle una condición divina es disminuirlos ya que es tan grande, como dijo Martí, la condición de hombre y la condición de cubanos, sin exclusión. Martí fue, en su momento, el resumen de la historia de Cuba y el precursor de una etapa que necesariamente vendría luego”, expresó el también director de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales.

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El medio milenio de La Habana “no se puede convertir en un punto de referencia y ya; no, tenemos que ir más en profundidad al tema. De esos 500 años, casi trecientos le pertenecen a la Universidad de La Habana, cuna y formadora de generaciones; le pertenece a la Sociedad Económica Amigos del País; le pertenece a la Academia San Alejandro; le pertenece a todos los artistas, intelectuales, escritores, trabajadores, a todos los que con sus vidas contribuyeron a la gran vida de medio milenio de la ciudad (…). Debemos acercarnos a los lugares históricos, inspirar que no sea una consigna la conmemoración de La Habana, qué se convierta en un movimiento popular”, aseveró el Historiador.

“Luchar por la ciudad desde sus distintos ángulos y valores es nuestra tarea, reinterpretar sus códigos, luchar por que se recupere – en medio de la vorágine en que hemos vivido – la necesitada y conserve su identidad”, sentenció.

El espacio también sirvió para que algunas personalidades intercambiaran sus opiniones y preguntas con el Doctor Eusebio Leal, todos con un interés común: el amor hacia la ciudad, esa en la que nos tocó vivir. “Cuidemos la ciudad, amémosla”, concluyó Leal.

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