Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
(2012/03/19)
El pintor francés François de Nomé, alias Monsú Desiderio, no sospechó nunca que su obra “Explosión de una catedral”(1) (1620), sería el cuadro predilecto de Esteban. Este joven habanero se deleitaba con esa “apocalíptica inmovilización de una catástrofe”(2), la cual era aborrecida por su prima Sofía “extrañadamente fascinada, en realidad, por el terremoto estático, tumulto silencioso, ilustración del fin de los tiempos, puesto ahí, al alcance de las manos, en terrible suspenso”(3).
En esa casona de la calle Empedrado -morada de Esteban, Carlos y Sofía-, se desarrolló durante tres días el Coloquio Internacional “La nueva novela latinoamericana a medio siglo de El siglo…”. Académicos de Cuba, Francia, Estados Unidos y Alemania expusieron sus interpretaciones sobre esta novela paradigmática de la conciencia histórica, la cual según Graziella Pogolotti, presidenta de la Fundación Alejo Carpentier “se renueva con la mirada fresca de sus lectores, los lectores que viven en otras circunstancias, con otra sensibilidad y que descubren cosas escondidas, ocultas y disimuladas en su texto”.
El Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, durante las palabras inaugurales del evento, recordó a Carpentier, y a Lilia, su fiel esposa, quienes “vivían esa tremenda mística fantasía que el Caribe y Cuba suelen producir en sus hijos. Cuba es la Patria y la Patria un espacio moral, el país un espacio natural y la nación un conjunto de leyes. En todo eso creyó el Alejo Carpentier diputado, en eso creyó el director de la Biblioteca Nacional, el escritor, el embajador cultural, el hombre que fue, y en eso creyó. Y en esa fe hemos continuado y con ella nos reunimos”.
Cincuenta años después de su novela la casa ha vuelto a vivir, expresó Leal, quien convidó a los presentes a regresar a las paredes, los espejos y las pesadas cortinas. “Vuelva, en un recinto próximo, la biblioteca donde están los libros prohibidos, que Sofía quiere leer y a los cuales Víctor Hugues la ha introducido. Entremos hacia el fondo, donde quizás un aya negra cuida todavía la endeblez de un joven enfermo. Acerquémonos al diálogo quedo que se produce en torno a la mesa de mármol donde unos criados sirven una taza de chocolate, o quizás de café para desayunar (…) Volvamos de nuevo al escenario de la casa donde se vive con la música y la poesía el entorno cultural donde un trío de personas van a ver surgir la personalidad atrevida y más completa de la novela -que a mi juicio- no es otra que Sofía, a la que con razón Carpentier dio este nombre, porque Sofía es la sabiduría”
La Doctora Pogolotti expresó que “el cruce de perspectivas entre Esteban y Sofía construye un espacio atlántico-caribeño, desde el punto de vista sesgado, al margen del curso central de la historia, rompe con el tradicional relato eurocéntrico. El acontecer de la Revolución Francesa desplaza su eje hacia el nuevo continente. En esta orilla, a pesar de las promesas incumplidas por un proyecto emancipatorio, se están gestando las reivindicaciones independentistas, enraizadas también en la resistencia sumergida de los sucesivos cimarronajes. La dialéctica se establece entonces entre lo duradero y lo efímero, entre lo perecedero de la existencia y la larga marcha de la sociedad, entre los sueños petrificados y la permanencia de la utopía”.
Los intelectuales coincidieron en esta jornadas que Alejo Carpentier es el escritor del siglo y el gran escritor de Cuba, “es –de acuerdo con Leal- de los que trascendieron las fronteras del país y llegaron a descubrir que allí en la capital de Francia, capital cuyo acento y memoria llevaba, está metida y enclavada una parte también de la historia de Cuba”.
Quienes asistimos a estas magistrales conferencias pudimos conocer sobre los puntos en común de esta novela con obras como “Pedro Blanco, el Negrero” de Lino Novás Calvo, “La guerra y la paz” de León Tolstoi. Asimismo, los académicos analizaron profundamente el carácter descolonizador, los personajes y los símbolos carpentereanos de la novela y sus coincidencias con otras obras de nuestro Premio Cervantes 1977.
El coloquio reunió a amantes de Carpentier y de esta novela que –de acuerdo con Leal- es una piedra clave para entender Cuba. “El que interprete “El siglo de las luces” podrá comprender un poco la complejidad de nuestro tiempo, donde en mar, islas y continentes lejanos, se sueña todavía con un nuevo Lepanto, se sueña todavía con detener al Islam en las puertas de Viena. Todavía hoy llegan los ecos de nuevas revoluciones y la bandera tricolor tiene mucho que decir entre nosotros. El Himno Nacional tomó las estrofas de la canción más subversiva que recorría la tierra: La Marsellesa francesa. Todo eso fue este tiempo, fue también nuestro tiempo”.
Notas
(1) En “El siglo de las luces” Carpentier nombra esta obra “Explosión en una catedral”
(2) Carpentier, Alejo “El siglo de las luces” Letras Cubanas, 2001, pág. 20
(3) Carpentier, Alejo “El siglo de las luces” Letras Cubanas, 2001, pág. 20
Compartir