Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Yoel Lugones Vázquez / Fotos: Alexis Rodríguez
A Mario Coyula, uno de los nombres imprescindibles de la arquitectura cubana se le recuerda perennemente con la colocación de una tarja en Tacón número 4, en el Centro Histórico habanero, justo en la edificación donde radicó, desde 1907, la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos de Cuba y donde se fundó el 20 de abril de 1916 el primer Colegio de Arquitectos de La Habana.
“Era necesario este recuerdo en honor a Mario en este edificio en el cual el pasado año, hace un siglo, se fundó el Colegio de Arquitectos, en el mismo lugar donde estaba la Sociedad de Ingenieros, en una casa muy antigua de La Habana que fue una obra pía del Obispo Peñalver, casa inmediata a las excavaciones arqueológicas de la muralla de mar, casa que forma parte de un conjunto muy importante de un discurso de la cultura y del conocimiento. Qué lugar mejor para colocar una recordación objetiva y entusiasta a Mario, cuando se cumple un aniversario más de su fallecimiento”. De esta manera inició sus palabras de recordación a Coyula el Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana.
En presencia de sus hijos, de sus nietos, hermanos, familiares, amigos y compañeros de profesión se realizó este homenaje, mucho de los cuales compartieron no solamente la profesión sino los azares de la vida con “un hombre generoso y bueno que tuvo siempre la voluntad casi romántica de luchar contra imposibles, que quiso a La Habana como pocos, porque hay amores superficiales, epidérmicos, que nada dicen, que en definitiva nada contribuyen. Él hizo todo lo posible formando personas, mujeres y hombres, recorriendo y explicando; viajó al mundo en esa dimensión, con esa mirada”, al decir de Leal.
Así también evocó Leal al Premio Nacional de Arquitectura 2001: “Su rostro moral ha quedado impreso en el de todos los jóvenes que formó como arquitectos, a los cuales le enseñó – y así nos conocimos – el amor a la arquitectura, a Cuba, a su destino, a su futuro (…) Nunca le escuché una calumnia ni una palabra de más contra ningún semejante. Al contrario, siempre fue no solamente tolerante, sino respetuoso y cordial”.
“Por eso, en este ámbito restaurado, reconstruido, que pronto acogerá el Museo de Arqueología – afirmó el Historiador –, me alegra mucho, en este contexto, celebrar la vida de Mario. No su muerte, su vida. Moriremos todos, más tarde o más temprano. A veces sorpresivamente cuando somos jóvenes; a veces cuando se ha cumplido la obra de la vida y él la quedó cumplida, aunque quería vivir otra y otra para seguir salvando La Habana que es lo más importante”.
“No es que creamos que podamos salvarla nosotros solos, hay que salvarla en un pacto social con todo el mundo, por amor a la ciudad, para que la cuiden, la conserven; para que piensen dos veces lo que se hace en ella ya que hemos tenido el extraño privilegio de tener una ciudad orgánicamente conservada que abra un discurso desde el lejano pasado americano hasta la modernidad; un discurso en el cual la preocupación por lo pretérito debe ser tan intensa como por la arquitectura moderna y contemporánea hasta donde hay valor, y en los malos ejemplos tomarlos también como elementos de juicio para decir: esto no se ha de volver a hacer”, aseveró Leal.
Como expresa la tarja, Mario Coyula amó entrañablemente La Habana y donde residió hasta su fallecimiento, acaecido el 7 de julio de 2014. Hombre de una exquisita cultura y educación, fue creador de numerosas obras. Se destacó como eminente profesor de varias generaciones de arquitectos y alcanzó un alto prestigio internacional. Fiel al ideario mambí de sus ancestros, del cual vivió orgulloso, participó en la lucha revolucionaria contra la tiranía desde las filas del Directorio Revolucionario. Durante toda su trayectoria profesional defendió los valores patrimoniales de la nación y en particular de la capital cubana. Hoy, la Ciudad de La Habana le rinde merecido tributo con esta placa conmemorativa.
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