Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Ofelia Sandar Valles / Fotos: Alexis Rodríguez
La jornada del jueves 12 de noviembre fue bien emotiva. Se sucedieron varias actividades en el Centro Histórico habanero. Una de ellas fue la celebración por el 20 aniversario del Estudio Galería Los Oficios, de Nelson Domínguez con un concierto en la Basílica Menor de San Francisco de Asís denominado, Tribulaciones en el Malecón, inspirado en la obra del mismo nombre del Premio Nacional de Artes Plásticas 2009.
Se dieron cita amigos, compañeros, admiradores y público en general. Todos disfrutaron de un exquisito programa con la actuación del sexteto de cello que encabezó Alejandro Martínez, y la musicalísima Beatriz Márquez, el clarinetista Alejandro Calzadilla y el flautista Alberto Rosas, la mayoría jóvenes talentosos que deleitaron a los asistentes con obras de compositores como Astor Piazzola, Johann Sebastian Bach, Sindo Garay y José Fornaris, por solo citar algunos.
Tal como lo quiso Nelson, el Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana –su gran admirador–, le dedicó emotivas palabras de elogio. “Recuerdo cuando fui a su estudio en la calle Zanja, subí aquella angosta escalera y llegué finalmente al lugar donde estaba una obra maravillosa, digna de su talento. A partir de ese momento, y hasta hoy, eso ha ido creciendo en sabiduría y en modernidad. Él ha sido un intérprete fiel de sus sentimientos. Me recuerda el pensamiento de Martí: ‘Estos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados’. Esas realidades cuando ha dejado de verlas, ha dejado de pintarlas”.
Leal contó que una vez le pidió a este gran pintor lo imposible “le dije, ‘cerca de aquí hay un antiguo templo desolado, y creo que lo que debemos hacer es no tratar de copiar de manera rústica el pasado, vamos a ver si la contemporaneidad puede regalar a ese monumento una obra digna de su historia’. Entonces hablé a Nelson inmediatamente y lo vi en su estudio, ahí en frente –que era entonces una ruina–, lo vi sobre el suelo desatando un rollo de papel de estraza en el cual dibujaba la apoteosis de una figura mística de la historia, tal como aparece ahora representada en la Iglesia de San Francisco de Paula. Sus hermanos de generación como, Zaida del Río, se encargó de una colección interior; Roberto Fabelo, nuestro hermano, realizó otra obra bella; Cosme Proenza vino de Holguín generosamente, y la hizo; Quintanilla realizó el mármol; Pepe Rafat, las platerías, y Aniceto Mario e Isabel Jimeno, dos bellísimos mosaicos.
”Entonces, cuando aquello estuvo terminado fue realmente una obra muy hermosa; pero la primera puerta que toqué fue la de Nelson, nunca olvido eso. Siempre conservo los recuerdos de esa amistad, de la casa en que vi pequeños a sus niños, de amigos comunes con los cuales compartimos y, después, a lo largo de los años, nos volvimos a encontrar muchas veces. Ocasionalmente, en el encuentro cotidiano, andando este pedazo de calle y deteniéndome en el estudio para ver algo nuevo –que siempre es nuevo en él–, como en todo artista verdadero”, aseveró Leal.
Eusebio enfatizó que “ahora que el tiempo ha pasado, y ha pasado sobre nosotros, se cumple en él lo que el gran poeta Jorge Manrique reservaba para los artistas. Decía el gran autor memorable que existían tres vidas: una vida humanal, la que vivimos; una vida celeste a la que aspiramos, y una tercera vida que solo pertenecía a los artistas y a los poetas, la vida de la fama. La has conquistado, y por tanto debes estar tranquilo, (…) donde quiera que haya un hijo tuyo pintado o esculpido, estarás tú”.
Así concluía sus palabras el Historiador de La Habana quien recordó, momentos antes, que se acercan los días de La Habana “para los cuales trabajamos todos los años, todos los días expresándole a la ciudad –que es la capital de Cuba– todo el sentimiento de amor y gratitud que le debemos”.
Aseguró que La Habana ”es hoy ciudad de muchos y de todos, y el sentido de la capitalidad, que es la cabeza, se siente más realizada en la medida que la ciudad hoy es más representativa de la realidad de todos los cubanos. No participo de la idea de decir que ‘los que llegaron’ o ‘los que vienen’, no, al contrario, nadie vino por una necesidad turística, todo el que vino, lo hizo por una necesidad concreta en tiempos difíciles, y lo más que debemos hacer es ofrecer, no solamente hospitalidad, sino compartir sabiduría. Dicen que cuando se tiene comida y se comparte, queda menos, que cuando se tiene bienes y se comparte, quedan menos, que cuando se tiene cultura y amor, y se comparte, se multiplica”.
Al finalizar la velada nos acercamos al homajeado, quien nos confesó con infinita modestia que “en realidad el agasajo no era para él, sino para todos los artistas que durante estos 20 años han participado, han puesto su pequeño grano de arena con su obra magnífica en la Galería Los Oficios. Gente joven y menos joven, de todas las edades que los ha unido solamente la calidad y el oficio en el arte. Esto superó las expectativas. Me he emocionado mucho”.
Al preguntarle sobre los planes futuros, Nelson me aseguró: “vivo a la espera de las sorpresas”.
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