Para debatir sobre Patrimonio, Cultura y Revolución

Por Maria Karla Villar / Fotos: Alexis Rodríguez

La Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, en su quehacer constante para la formación integral de los futuros filólogos e historiadores del arte, ha diseñado el evento “Patrimonio – Cultura – Revolución”, una trilogía perfecta para quienes desean aprender sobre la identidad cubana.

El primero de estos encuentros, a realizarse una vez por semestre, fue con el Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, quien desplazándose entre el auditorio, como gran orador y pedagogo que es, ofreció a los estudiantes una clase magistral sobre la capital cubana, su arduo proceso de restauración, así como elementos arquitectónicos, urbanísticos y culturales que la identifican.

Al inicio de la cita, realizada en la tarde de este 12 de febrero en la Biblioteca de la emblemática Facultad, el Historiador recordó las veces que asistió a esa escuela, antes de Historia y Filosofía, para recibir clases de importantes intelectuales cubanos como María del Rosario Novoa, Adelaida de Juan, Roberto Fernández Retamar, entre otras grandes personalidades cuyo vasto conocimiento son hoy nuestra impronta.

Leal reflexionó ante los estudiantes que “el que carece de la cultura es como un marino que no tiene instrumentos de navegación. La cultura no es la acumulación de citas y de referencia, no es eso. Porque después que leemos y olvidamos que lo leímos en los libros, esto se ha incorporado a nosotros de una manera natural y va a ser útil en el discurso cotidiano, en la vida cotidiana”.

En este sentido, recalcó la necesidad de convertirnos en seres con profunda modestia, sin “pedanterías”, porque “lo importante es poder responder a nuestras propias dudas, las que nos plantea la vida social en Cuba o en cualquier parte del mundo”, aseguró.

Durante sus palabras, el Historiador recalcó a su joven auditorio la importancia que para cada uno tiene saber de dónde venimos y quiénes somos, no como simple proceso genealógico, sino como un riguroso estudio de nuestra identidad.

También se refirió a la utilidad de emprender, en esta etapa de sus vidas, el camino de la sabiduría, el cual puede llegar a ser una “avenida iluminada” para muchos, “aunque otros sigan a tientas por el bosque”. “No importa que uno haya tenido un momento de usurpación, de desesperación – continuó – y que uno se aparte de lo que considera que es su vocación, que es algo muy importante y que es como una huella digital, afortunadamente diferente en cada uno de nosotros (…) Las vocaciones pueden ser inclinadas, pero jamás torcidas”.

Acerca de su vocación como restaurador de almas, labor impulsada por su predecesor el Dr. Emilio Roig, el actual Director de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana recordó los años en los que era apremiante despertar sentimientos en pro de la ciudad, “una ciudad que como es capital – cápita, la cabeza –  la visitan gente de todas partes, que llegan con distintas vocaciones, con distintas motivaciones o necesidades”.

Tras invitar a la visualización del audiovisual “Elogio a la restauración y a la verdad”, un material cuya idea original y guion responden a su propia creatividad y que reseña algunas de las principales hazañas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana en cuanto a la restauración de la capital, el también Director de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de la ciudades patrimoniales de Cuba exhortó a los futuros profesionales a debatir inquietudes y compartir anécdotas.

Sus respuestas, una vez más, develaron una ciudad que tiene muchos centros históricos dignos de restaurar y preservar, una ciudad con sus estilos y soluciones diferentes que la conforman e identifican, una capital donde aun queda mucho por hacer para arribar a sus primeros cinco siglos de existencia más embellecida, pero con un sentido de identidad más arraigado y sólido.

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