Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Elaine Caballero Sabugueiro
El Doctor Eusebio Leal Spengler y la Oficina del Historiador de la Ciudad recibieron, este 12 de septiembre, el Premio del Barrio, concedido por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), en la Calle de Madera del Centro Histórico habanero.
Presidieron el acto Odalys Pérez Castillo, funcionaria del Comité Central de Partido; Rolando Yero Travieso, miembro del Buró Provincial del Partido; Rodolfo Cántaro Quintana, Primer Secretario del Comité Municipal del Partido; Carlos Rafael Miranda Martínez, miembro del Comité Central y Coordinador Nacional de los CDR; Vladimir Sauri Bermúdez, miembro del Secretariado Nacional de los CDR y su Coordinador provincial en La Habana, así como otros dirigentes del Partido, del Gobierno y de diferentes organizaciones políticas y de masas.
En sus primeras palabras al recibir el reconocimiento, el Doctor Leal recordó el nacimiento de la organización de masas cubana en la parte más antigua de la ciudad, específicamente, en el antiguo Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución.
“Desde aquel balcón y ante una provocación, Fidel responde creando una organización que nace de su idea, de que solo el pueblo puede vencer las grandes tareas”, explicó.
Para el Premio Nacional de Ciencias Sociales 2017, es muy significativo “celebrar este acto, en que se premia a una institución, la Oficina del Historiador, estando cerca de la lápida que no contradice el testamento ni la voluntad política póstuma de Fidel, sino reafirma que todo podemos cambiarlo, menos lo que ocurrió: la historia. La tarja recuerda su preocupación por el patrimonio cultural, material. Creía que tenía que hacer un asidero objetivo para poder contar y explicar la historia”.
Con relación a La Habana Vieja explicó su importancia en momentos trascendentales para Cuba, como el hecho de que en Factoría no. 60 se fundó el Movimiento 26 de Julio y “cerca de aquí, en Tejadillo, está el bufete, conservado, donde los abogados Jorge Aspiazo y Rafael Resende recibieron al joven abogado Fidel Castro”.
De igual forma, en Prado no. 109 – rememora el Historiador –, “en el corazón de la ortodoxia presidida por Eduardo Chibás, se reunieron absolutamente todos los que fueron al combate decisivo del Moncada”.
En las calles del Centro Histórico se encuentra también la memoria de Aracelio Iglesias, Margarito Iglesias, Miguel Fernández Roig y también del primer mártir estudiantil fallecido en la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista, luego del golpe de estado del 10 de marzo de 1952. Al respecto, el Historiador anunció que esta mañana se colocó una lápida en nombre del joven patriota en el sitio donde calló.
“La Habana Vieja es de las agrupaciones obreras y comunistas, con su teatro Martí donde los trabajadores por vez primera celebraron el Primero de Mayo. ¿Cuántas historias contenidas en lo contemporáneo sin referirnos siquiera a lo que está detrás en el tiempo?”, evocó.
Por esas razones, el Doctor Leal Spengler considera que el Premio del Barrio es algo más que un “pequeño y entrañable trofeo: es la voluntad de luchar con originalidad, como expresaba anoche el Presidente Miguel Díaz-Canel (…) Es necesario decir ahora las condiciones en que nos encontramos frente a un enemigo tenaz e inescrupuloso que ha jugado todas las cartas posibles para derrocar una Revolución”.
De la misma Calle de Madera, en la que aconteció la entrega del Premio, el Historiador comentó que salieron los camiones de los jóvenes y adultos que alfabetizaron en los campos cubanos.
“Nos tocaba la periferia inmunda y pobre de La Habana, no pobreza de viviendas y de chabolas porque alguien podrá decir que ahora también existen fruto de la necesidad. Es cierto. No podemos olvidar que el camino de la Revolución ha sido arduo, peleando al frente y a la retaguardia, pero no falta un médico ni un maestro. Miles y millones de niños duermen bajo un puente y ni uno solo es cubano”, sentenció.
Momentos antes de finalizar exhortó: “A luchar, a batallar por la dignidad de nuestra vida”. En sus palabras recordó al poeta-trovador Silvio Rodríguez, quien afirmó en una de sus emblemáticas canciones: “Yo me muero como viví”.
El Maestro de Juventudes aseguró que no se refería a la muerte consustancial a la vida, “sino de algo superior a la muerte material, la de las ideas, la del espíritu. Puedes estar vivo y joven, pero si habita en ti un espíritu viejo, estás muerto y no lo sabes todavía”, concluyó.
Como colofón de la ceremonia, el cantautor Eduardo Sosa interpretó La Bayamesa, de la autoría de José Fornaris, Francisco Castillo y Carlos Manuel de Céspedes.
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