Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Maria Karla Villar Mora / Fotos: Alexis Rodríguez
La Casa Eusebio Leal Spengler, es una nueva institución de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) destinada al estudio, investigación y memoria de la vida y obra del eterno Historiador de la Ciudad de La Habana. Por tal motivo, organizará como una de sus actividades habituales un encuentro mensual, conducido por la periodista Magda Resik, Directora de Comunicación de la OHCH, para sostener un diálogo con personas que desde lo anecdótico pueden contribuir a recordar y mantener viva las enseñanzas y los valores del Doctor Eusebio Leal.
“Uno de esos propósitos de la Casa es precisamente hacer recuento, hacer memoria del legado de Leal y una de las maneras más veraces y que más posibilidades da para crear nuevos proyectos como libros, discografías y difusión por distintos medios de comunicación, es a través del testimonio… eso nos va a permitir saber cómo lo ven y cómo lo vieron las personas que estuvieron a su lado”, refirió Resik al iniciar la cita.
Para este mes de septiembre, el encuentro tuvo como invitado al periodista de la Televisión Cubana Jorge Legañoa, quien conoció al Historiador desde muy joven en el ejercicio de su profesión. Sus anécdotas fueron compartidas ante un pequeño auditorio de jóvenes trabajadores y directivos de la OHCH que se dio cita en la antigua casa Arango y Parreño, cumpliendo con las medidas higiénico sanitarias que exigen el contexto epidemiológico actual.
El entrevistado recordó que los encuentros que tuvo con Eusebio Leal, fundamentalmente durante el proceso del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos le permitieron ver en Leal “a un gran embajador de la política cubana a través de su obra” y aseguró que “su presencia en ese entorno diplomático fue clave”.
Legañoa recordó aquellos momentos como un contexto mediático muy complejo, en el que el histórico tratamiento del tema en la agenda de los medios se comenzaba a abordar de manera diferente. “En este sentido –refirió– Eusebio siempre ayudó mucho, a que el testimonio y las declaraciones siempre fueran mesuradas, buscando los puntos de encuentro y eso habla mucho de su lenguaje mediador y su talante de político con una visión más allá de lo que estás viviendo en ese momento, pero siempre con firmeza.”
“Ese día yo me di cuenta que Eusebio tenía una visión ya no solamente desde la cultura, desde el patrimonio, desde la conservación; sino que era un político consagrado con un olfato y con una visión extraordinaria, que quizás no venía de estudios, sino de haberlo vivido con Fidel, y también de su propia impronta y de cómo había vivido la Revolución cubana y su interacción con ella desde los primeros momentos”, aseguró el invitado.
Mientras se veían en una pantalla digital imágenes de su viaje a Washington, en el que el periodista coincidió con el Historiador de la Ciudad, el entrevistado aseguraba que aquel no había sido su primer encuentro con una de las personalidades cubanas más importantes de su tiempo. “A Leal –apuntó– tuve el privilegio de conocerlo cuando tenía 5 o 6 años, a través del programa televisivo Andar La Habana”, al cual considera un programa educativo más que televisivo.
Del encuentro físico, ocurrido más de 20 años después cuando coincidieron en esa delegación cubana que viajó a EEUU durante el acercamiento político de ambas naciones, Legañoa aun atesora muchas anécdotas que le permitieron conocer a un Eusebio Leal humano, y sobre todo, patriota.
Quien lo conoció, sabía el valor que Leal le daba a las grandes y pequeñas cosas, sobre todo si en su esencia llevaba implícito algún simbolismo, como el de aquella primera bandera que 60 años después volvía a ser testigo de aquel acontecimiento.
“Venía él caminando solito, con aquel envoltorio, que era una jaba de nylon en forma de triángulo. Todos estábamos intrigados hasta que una persona le preguntó qué traía entre las manos… era esa bandera que los jóvenes soldados arriaron en los años 60´ en el mástil de lo que era la embajada cuando se rompen las relaciones diplomáticas; que él se encargó de llevar a EEUU., y la traía de regreso a Cuba. La bandera viajó todo el tiempo en sus piernas, ni siquiera la azafata a pesar de los intentos pudo lograr que él la pusiera en el compartimento del guardabolso”, recordó Legañoa.
Al cierre del encuentro destinado a conocer detalles insospechados de la vida que Eusebio Leal Spengler dedicó a su ciudad y a su país, se impuso la pregunta de cuál es la semblanza que Legañoa conserva del más Leal de los cubanos.
“Leal tiene valores que para mí son fundamentales en una persona. El primero es el tesón de aportarle absolutamente todo a cualquier tarea que enfrentara, la pasión que creo que fue una de las grandes definiciones que yo creo que él hizo de este país (…), su oratoria que no tiene par alguno (…) El humanismo es algo que lo caracterizó mucho, por estas calles han desfilado tantos problemas como soluciones él ha dado”.
“Haber conservado esto, pero mantenerlo vivo, que no fuera un museo sino con la gente dentro, viviendo en las mismas casas y luego eso hacerlo sostenible en el tiempo eso es una obra maestra que habrá que mantener y recordar siempre, y montarnos en ese espíritu de Leal para poder tener ese ímpetu que tenía, para poder tener todo ese ímpetu para mantener esa obra: seguir haciéndolo sostenible, con su gente viviendo de esa manera, defendiendo esa forma de vida de conservar el patrimonio para todos, pero con la impronta de que él está presente y de que como mismo Chávez en Venezuela les enseñó a ser Chávez, nosotros tenemos que a los habaneros, a la gente de La Habana Vieja, enseñarles a ser Eusebio Leal, que es multiplicarlo de alguna manera. Que la gente interprete ese espíritu de Eusebio, no que diga “Yo soy como Eusebio”, sino que yo actué como Eusebio Leal”.
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