Eusebio Leal Spengler ~ Historiador de la Ciudad de La Habana ~
Por: Eusebio Leal Spengler
Durante mucho tiempo hemos acariciado con otras instituciones y organismos, que tienen que ver directamente con el tema, la solución del área del puerto de La Habana que nos corresponde. De esa manera, a lo largo de los años el proyecto Puerto Viejo fue una realidad, y lo es sin lugar a dudas. El puerto, ya no será necesariamente de carga y transporte, sino un puerto que le permita a la ciudad esperar ese medio ambiental, que junto al río Almendares, son como dos piezas esenciales en el juego de la supervivencia de la ciudad futura.
Ahora, parece ya más claro que nunca, que todas aquellas instalaciones que a lo largo de décadas se construyeron con fines comerciales, refinación de petróleo, depósitos de materiales que servían para la industria, y la producción más diversa, comienzan a desplazarse a otras áreas del país donde no solamente hay condiciones portuarias más convenientes, sino donde también existen y se van creando paso a paso esas condiciones.
De esta manera yo pienso que la primicia de esa transformación es el muelle San José, este antiguo muelle, quizás el más antiguo que se conserva, después de que se hayan perdido desgraciadamente ya hace algunos años los grandes depósitos de Regla. Hoy serían extraordinariamente útiles para estos fines.
El muelle San José es una obra que podíamos denominar antigua en La Habana; aunque ese concepto de antigüedad es muy relativo, sobre todo cuando este discurso se realiza en otra parte del mundo y la idea de la antigüedad es mucho más dilatada.
El muelle San José es de 1885, y como nosotros -en parte mentalmente- pertenece al siglo XIX. Nacimos en las primeras décadas del siglo XX, y el siglo XIX era demasiado inmediato, lo comprendemos solo ahora cuando han transcurrido 50 años del triunfo de la Revolución y estamos ya ingresando en el primer decenio del siglo XXI. Por eso llamo antiguos a estos muelles que se construyeron con las más modernas tecnologías de la época, las tecnologías que en Paris y en otros lugares de Europa ya se habían desarrollado. De esta manera las estructuras de acero perfectamente conservadas que conforman estos muelles muy amplios de miles de metros cuadrados, en forma de grandes magazines que miran directamente al interior del puerto, han sido cuidadosamente restauradas durante casi tres años. Esa restauración ha implicado que las estructuras de acero desprovistas de las techumbres se hayan limpiado milimétricamente, utilizando las mejores pinturas, yo diría que las más costosas para que la obra viva en un futuro. También ha significado demoler todo lo que existía en el entorno.
Agradezco profundamente al Ministerio de Transporte por su cooperación al brindarnos la posibilidad de salvar lo histórico y darle también una finalidad social.
En el entorno del muelle de San José, que está exactamente frente a la Iglesia de Paula, existe también la antigua garita y la gran muralla de mar, todo lo cual inicialmente ha sido tocado por los arqueólogos y ahora lo será más, porque las demoliciones en esta área se están acelerando muy rápidamente. Al lado de los muelles de San José hemos descubierto las líneas férreas antiguas para que un ferrocarril se pueda mover en esa dirección con carros que permitan pasear a la mamá, a los niños y a todo el mundo, y hacer un lindo y pintoresco recorrido por la Alameda de Paula. Quizá la parte más hermosa de la ciudad intramural sea la Alameda de Paula, cantada por Gonzalo Roig y su marcha Habana cuando nos dice: “la excelente, la maravillosa, la excelsa Alameda”.
La Alameda de Paula se ve ahora desde el mar, desde el santuario de Regla porque las grandes naves construidas prácticamente sobre pilotes en el mar también han sido demolidas. Estas naves, por lo menos una, la que está en mejor estado, se convierte también en una Alameda o paseo sobre el mar, penetra prácticamente 200m sobre el mar y llevará un área de protección para que nadie sufra allí un accidente, tendrá bancos, áreas verdes iluminación, y uno podrá salir de la gentil, de la firme Alameda de Paula, a este nuevo Paseo.
Exactamente igual la antigua estación de los bomberos del puerto que tan grandes y meritorios servicios prestaron a la ciudad durante siglos, se ha transformado, también sus estructuras de acero están al descubierto y serán como un monumento a los museos del puerto y una obra de arte rememorará su participación en la historia de la salvación y protección de la Habana. Ya está allí sobre la línea la más antigua de todas las locomotoras de las que han llegado y están depositadas actualmente sobre la central ferroviaria, al final del antiguo Campo de Marte, muy cerca de la zona de Belascoaín. También tenemos depositadas 12 ó 14 grandes locomotoras, y experimentados ferroviarios están trabajando en su restauración.
Debo decir que cada vez que entregan una, es una obra de arte, no se trata de pintar las máquinas, se trata de hacerlas funcionar y colocarlas sobre líneas y hacer del lugar que escojamos -que es ahora un tema de discusión- el sitio más apropiado dada la salinidad y complejidad del medio ambiente; sobre todo porque las locomotoras se construyeron para estar a la intemperie pero en movimiento, cuando se les deja en un lugar fijo hay que tomar medidas de protección muy particular.
Entonces muy pronto veremos 36 locomotoras restauradas formando un espectáculo realmente hermoso a la cultura tecnológica de Cuba, que fue uno de los primeros países del mundo que tuvo una línea férrea. Primero la línea Batabanó-Barcelona, el tramo Habana-Bejucal, el viaje Habana-Güines, estos viajes, que comenzaron el camino de hierro de una a otra dirección del país, son parte de una historia esplendorosa del ferrocarril cubano.
Muelles, locomotoras y un nuevo uso para el almacén San José donde tendrá un sitio la cultura con un teatro infantil, cafeterías, espacios para dialogar, exposiciones y ventas de artesanía, van a permitir también que limpiemos todo el Centro Histórico de actividades que hoy por algunas circunstancias se situaron allí cerca del parque de los maestros y junto al Castillo de la Fuerza. No oculto que hay muchos que piensan que al sacar de allí el mercado de la artesanía, se va a descapitalizar, que no van a poder vender, lo que pasa es que hay que ir para allí de todas maneras, tenemos que hacer una verdadera campaña, que el público visite el sitio para que los turistas vayan al lugar y sobre todo -para hablar también con más franqueza- para que no se aproveche el espacio del mercado abierto en otras actividades ilícitas que molestan todos los días. Eso no es posible, las buenas ideas hay que compatibilizarlas siempre con una realidad justa y equitativa para todos y debe ser también cuidadora, una realidad que ampare justamente los derechos de todos los ciudadanos.
Es por eso que iremos allí en condiciones nuevas, en unos preciosos cubículos que están creados de tal forma que las mercancías de los artistas y los artesanos pueden ser protegidas sin riesgo alguno, teniendo ellos la facilidad de dialogar en privacidad con todas las personas que van allí y al mismo tiempo disfrutar de un ambiente cultural que se ha creado, donde arte, artesanía, pensamiento, ideas, pueden dialogar armónicamente.
Yo los invito ya, si ustedes quieren a caminar un poco por el área de la Alameda de Paula y ver las grandes transformaciones que se están produciendo allí. Puedo decir con mucha alegría que quedan solamente cinco edificios por restaurar, desde el Castillo de la Punta hasta el muelle de San José, uno por uno serán restaurados: viviendas, centros culturales, lugares de comercio para todos, todo será como el prólogo de una acción mayor en la Avenida San Pedro, quiere decir, en la Avenida del Puerto. Las grandes torres de esos muelles de San Francisco, Santa Clara, todos ellos serán inexorablemente restaurados, y entonces La Habana recuperará -como con el Malecón- una parte esencial de su imagen.
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